miércoles, enero 31, 2007
Dos cartones y un comentario sobre Magú


martes, enero 30, 2007
Interferencia en el programa La verdad sea dicha
lunes, enero 29, 2007
El usurpador en España

Artículo La Jornada Jalisco 28/01/2007
Jorge Gómez Naredo
Ryszard Kapuscinski murió el martes pasado en Polonia. Su obra periodística es, en una palabra, excepcional. Nunca recibió el Premio Nobel de Literatura, pero no le hizo falta, pues siempre estuvo acostumbrado a pensar con los pobres, a estar próximo a los sin voz, a darle atención a todos aquellos que jamás tuvieron la mirada de los poderosos, de los ricos, de los grandes medios de comunicación. El codiciado galardón hubiera sido un simple reconocimiento de los de arriba, nada más. Lo que a él le interesaba no eran los corrillos del poder, los cotilleos e intrigas de la política más insulsa y superficial. No, a él eso le producía repulsión. Su objeto, su interés, su gran pasión era la comprensión de los problemas desde adentro. Por eso en Ébano, un libro-reportaje sobre la conflictividad del continente africano, describió cómo era su vida en una modesta habitación de un barrio pobre: siempre estaba cerca de los humildes, de quienes quería describir y explicar sus comportamientos, sus acciones. La misión del periodismo siempre fue clara para Kapuscinski “en mi opinión el verdadero periodismo es el de contacto vivo con la gente y con las situaciones: ese conocimiento directo constituye la base del reportaje serio y con ambiciones literarias”.
Nunca sobran las palabras cuando se escribe sobre Kapuscinski. Es un arquetipo no solamente para el periodismo, sino para muchos ámbitos profesionales. Si confrontamos la visión del periodista polaco con los fracasos de las políticas gubernamentales en México, tendremos muchas reflexiones interesantes. Para Kapuscinski estar cerca de los problemas era fundamental. ¿Acaso no sería conveniente que nuestras autoridades se plantearan comprender a la inmensa mayoría de los mexicanos que vive en la pobreza y sufre los aumentos de los productos básicos?
Felipe Calderón declaró en el Foro Económico de Davos, Suiza (conciliábulo donde los dueños del dinero dicen a los Estados qué deben y no hacer) que México había, el 2 de julio de 2006, optado por el “libre mercado”. ¿Acaso estas enunciaciones desafortunadas representan el sentir común de los mexicanos? Por supuesto que no. Lo único que demuestran es la falta de cercanía de Calderón con el pueblo y su incapacidad para comprender los problemas de los mexicanos. Pero, ¿por qué no los entiende? Simple, porque jamás ha estado cerca de ellos, porque nunca los ha vivido, no le interesan.
Los funcionarios públicos mexicanos están acostumbrados a alejarse de la sociedad que los vota. Viven inmersos en una burbuja donde no existen dificultades y donde la carestía es una palabra inexistente, ¿cómo pueden gobernar así por bien del país? Imposible hacerlo. Por eso aparecen personajes como Felipe Calderón que se dedica a hacer declaraciones absurdas e incoherentes; por eso en la vox populi se bautizó a este fenómeno como “foxilandia” y por eso buena parte de la población está desencantada de la supuesta democracia, pues quienes están arriba jamás piensan como los de abajo ni conocen los problemas y necesidades de los más humildes, en un país, hay que recordarlo, que está atrapado entre la pobreza y la pobreza extrema.
Kapuscinski marcó el periodismo porque buscaba dar voz a los pobres, a los que siempre se les ha negado el privilegio de expresar su sentir. Criticó con ahínco a los medios de comunicación electrónicos masivos porque, en lugar de informar, buscaban hacerse de más y más poder. Lo explicó elocuentemente: “en el mundo contemporáneo, tener medios de comunicación significa tener poder”; ¿y de qué sirve a la gente que los medios de comunicación tengan poder si continúan olvidando y ocultando el sentir de la inmensa mayoría?
El periodismo, cuando se alía con una clase política corrupta, en lugar de ser un arma para democratizar y sensibilizar a los gobernantes, se convierte en una puñalada trapera a los más humildes, a los que carecen de voz. No hay información objetiva ni hay interés por los verdaderos problemas de los gobernados, no existe la crítica y sí los cercos informativos que consolidan la visión obtusa de los gobernantes, donde los pobres mejoran y alaban la acciones de los funcionarios públicos. Ejemplos tenemos muchos: ahí está Felipe Calderón, encerrado en una burbuja (donde todo es selecto) que le impide ver la pobreza y el gran repudio que buena parte del pueblo mexicano le tiene. Por eso las enseñanzas de Kapuscinski son importantes tanto para el periodismo como para el arte de gobernar: conocer los problemas de la población, vivir cerca de ellos y estar consciente de las necesidades de los gobernados son tareas imprescindibles. Lástima que Calderón, el individuo que llegó a la presidencia a través de un fraude y de una campaña electoral sucia e irresponsable, haga suya la famosa frase de Carlos Salinas de Gortari: “ni los veo ni los oigo”. Vaya forma de gobernar tan convincente...
Artículo El Occidental 28/01/2007
Jorge Gómez Naredo
Felipe Calderón, durante su campaña electoral, no se deslindó de los desvaríos foxistas, por el contrario, los secundó. En cuanto foro pudo, injurió a los gobiernos democráticamente electos (lástima que Calderón ahora no pueda decir lo mismo de su gobierno) de Bolivia y Venezuela; tildó al presidente Hugo Chávez de populista y a Evo Morales –con actitud racista y discriminadora– lo caracterizó como “anclado en el pasado”. Nada bueno podía esperarse de la diplomacia mexicana si Calderón llegaba a la presidencia y, para mal de los mexicanos, la usurpó a través de un fraude y de una campaña sucia e irresponsable. ¿Cuáles son los saldos, hasta ahora, de la “diplomacia” mexicana bajo el yugo de Felipe Calderón? Ninguno bueno.
En la campaña mediática para lograr legitimarse a través de una supuesta guerra frontal al narcotráfico, Felipe Calderón ha incluido la extradición de varios capos de la mafia mexicana a Estados Unidos. Esta medida, que ha sido celebrada por el gobierno del vecino país del norte, solamente demuestra la incapacidad de los mexicanos para contener a los líderes de los cárteles del narcotráfico, es decir, se reconoce que las instituciones de justicia y correccionales no sirven, no funcionan y que es mejor enviar a los delincuentes a otros países donde sí los puedan controlar. Entonces, ¿dónde quedó el “fortalecimiento de las instituciones” tan ensalzado por los panistas? ¿Dónde el compromiso para establecer el tan mentado “estado de derecho”? Además, con las extradiciones, México se pliega, nuevamente, a los designios de Estados Unidos, olvidando que es un país soberano y, por ende, independiente del imperio del norte. Pero estas razones no son tomadas en cuenta por los panistas, siempre prestos a arrodillarse ante el imperio y abandonar, con sus acciones, la soberanía nacional.
Esta política de plegarse a los Estados Unidos está acompañada de una compleja e inexplicable ira hacia todo gobierno progresista. Felipe Calderón ha continuado con la belicosidad hacia gobiernos de izquierda en América Latina: en lugar de estrechar lazos con nuestros hermanos, el gobierno panista se ha distanciado y enemistado con ellos. Ahora Felipe Calderón, en cuanto foro internacional visita, hace declaraciones toscas y provoca (¡como si hiciera falta!) más conflictos. El viernes pasado, en el Foro Económico de Davos, Suiza (conciliábulo donde los dueños del dinero dicen a los Estados qué deben y no hacer) Calderón aseveró que México era un paraíso para invertir, pues había “seguridad jurídica” y una economía moderna, no “del pasado” ni “cerrada” como la de otros países donde “las acciones del Estado afectan a las inversiones, como en Argentina, Bolivia, Venezuela y otros”. Estas declaraciones son una afrenta a la soberanía de otros Estados y más cuando se mencionan en un foro internacional. Una verdadera ofensa que fue dignamente rechazada por Luiz Inacio Lula da Silva, presidente de Brasil.
Los panistas en el gobierno tienen una visión obtusa y cerrada de la política exterior. No entienden que las relaciones con los países de América Latina son fundamentales para resistir a las presiones y deseos de los Estados Unidos. Entre mayor unidad exista en el sur, el norte tendrá más miedo y serán menores sus impulsos imperiales. Pero ni Fox ni Calderón lo comprendieron, o quizá sí, pero no tuvieron la habilidad ni la inteligencia para mitigar las relaciones infinitamente desiguales con el poderoso país del norte. Lástima de “líderes” blanquiazules, que además de fraudulentos, corruptos y torturadores, resultaron ineptos y pusilánimes.
sábado, enero 27, 2007
Fotos de ayer y hoy... (1)


Fotos de ayer y hoy.... (2)

viernes, enero 26, 2007
Felipe Calderón, el siempre no querido

jueves, enero 25, 2007
Credencialización en la zona metropolitana de Guadalajara
Estos son los lugares y fechas:
JUEVES 25 Y VIERNES 26 DE ENERO
De 11 a 19 horas
GUADALAJARA
Plaza de las Sombrillas (o Plaza Universidad)
ZAPOPAN
Plaza de las Américas
SÁBADO 27 Y DOMINGO 28 DE ENERO
De 11 a 19 horas
GUADALAJARA
Plaza de la Liberación
ZAPOPAN
Mercado del Mar
martes, enero 23, 2007
No al PAN y sí al Maíz y al gobierno legítimo de Andrés Manuel López Obrador

Murió Ryszard Kapuscinsky

Cita mañana miércoles para protestar en contra de la presa de Arcediano
¿Miedo a la delincuencia organizada o a la protesta ciudadana?

domingo, enero 21, 2007
Artículo La Jornada Jalisco 21/01/2007
Jorge Gómez Naredo
El alcalde panista de Celaya, Gerardo Hernández Gutiérrez, tuvo la idea de “fichar” a todos los periodistas del municipio guanajuatense, justificando dicha acción porque, según dijo, “me interesa saber quién es el reportero, cómo piensa, para quién trabaja, de dónde es. Es normal, como parte de un conocimiento, y lo veo como parte del equipo de trabajo” (sic). En una conferencia de prensa, el mismo alcalde pidió a la reportera del diario AM, Luz Zárate, se retirara, pues “queremos a un reportero positivo para Celaya; vamos a hablar para que nos manden a otro”. En el Estado de Jalisco, el gobernador interino, Gerardo Octavio Solís Gómez, envió al congreso una ley (planeada por el actual secretario de gobernación, Francisco Ramírez Acula) para que policías estatales puedan infiltrarse en las bandas de la delincuencia organizada u otros movimientos colectivos.
En la celebración del cumpleaños del arzobispo ortodoxo Antonio Chedraoui (donde se dio cita buena parte de las élites religiosa y política: ¡viva el estado laico!), Francisco Ramírez Acuña prometió mano dura. El secretario de gobernación argumentó que en este sexenio los objetivos son “la aplicación de justicia, la mano firme con todos los canales de comunicación, buscando que el intercambio de ideas nos lleve a mejores puertos, pero sobre todo sabedores de que, por encima de la ley, nadie, y todos luchando por el bienestar de nuestro país”. El viernes pasado, Felipe Calderón, en una reunión marcial en Acapulco, dijo que será “un presidente cercano a las fuerzas armadas”, que pugnará porque se respete el “estado de derecho” en todo México y que no se tolerará ningún desafío al Estado.
Los anteriores ejemplos son indicios claros, nítidos, diáfanos, de la puesta en marcha de un régimen de intimidación, el primer escalón para llegar a un sistema autoritario donde toda desviación al pensamiento hegemónico o cualquier acción de presión ciudadana sea catalogada como “un peligro para México”. El alcalde de Celaya quiere tener datos de todo reportero incómodo y pide a la prensa ser “positiva”. El gobierno panista de Jalisco, por su parte, precisa infiltrar a policías encubiertos en organizaciones delictivas, pero también podría usar a esos mismos agentes secretos en cualquier movimiento social. Los mensajes de Ramírez Acuña y de Felipe Calderón son claros: o se callan y calman todos aquellos que no están conformes o se les aplicará el “rigor de la ley”, una ley, es importante mencionarlo, que se ejecuta con discreción y no es respetada por las mismas autoridades.
En el Estado de Oaxaca, Ulises Ruiz, quien se hace llamar “gobernador” de aquella entidad, ha intimidado, torturado y asesinado a miembros del magisterio y de la APPO por el simple hecho de pensar distinto y querer cambiar la situación de miseria e injusticia que reina en aquella región. No ha habido, hasta ahora, ningún castigo a Ulises Ruiz. Entonces, ¿dónde quedó el “estado de derecho”?, ¿dónde el objetivo de ver un México seguro, sin delincuencia? Felipe Calderón llegó a la presidencia a través de un fraude electoral, en el cual participaron los consejeros del IFE, el TRIFE, Vicente Fox y buena parte de la élite panista. Mancillaron los avances democráticos en el país y no hay, hasta ahora, ningún castigo, ¿dónde está el “estado de derecho”?
La Constitución Mexicana en su artículo 123 dice: “Los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos”. Al permitir el irrisorio incremento al salario, los líderes sindicales, empresariales y el gobierno federal infringieron la ley, ¿dónde quedó el “estado de derecho”? La mano firme que pregonan Felipe Calderón y Ramírez Acuña ¿dónde está cuando se trata de hacer justicia al pueblo, a la inmensa mayoría de los mexicanos?
Los discursos de “mano firme”, “seguridad” y “estado de derecho” son la fachada, los pretextos para construir un régimen autoritario. Ahora el gobierno panista se enfoca a perseguir narcotraficantes (o hace como que los persigue), mostrando en las pantallas de televisión supuestos “logros”, pero los verdaderos destinatarios de esta mano dura son todos los movimientos sociales, los que hay y los que habrá en poco tiempo, los inconformes, los que piensan distinto, los que, simple y llanamente no están de acuerdo con la mediocridad de Felipe Calderón y su gobierno. Por eso, hoy se necesita urgentemente la organización de la población para detener a quienes piensan que el tolete y la televisión son los únicos instrumentos para gobernar. Hoy se precisa decir: “¡ya basta!”
Artículo El Occidental 21/01/2007
Jorge Gómez Naredo
En repetidas declaraciones, Felipe Calderón ha insistido en los avances democráticos de México, en la superación de los regímenes autoritarios y dictatoriales, en el estado de derecho y en el respeto a los derechos humanos. Sus palabras las ha dicho en territorio nacional y en Centroamérica. Se ha arrogado la defensa de la democracia y de sus valores, sin embargo, algo no marcha bien, algo no está bien. ¿Acaso vivimos en un mundo de cabeza, en un país donde los ladrones defienden la honorabilidad, los asesinos luchan por la no violencia y los corruptos se dicen impolutos, limpios, inmaculados? Así suenan las palabras de Felipe Calderón: huecas, sin razón, hipócritas, cínicas.
Quien se dice presidente de México llegó a dicho puesto por un fraude electoral, por una campaña sucia, haciendo arreglos con quienes quisieran donar alguna cantidad de dinero para el proceso, sin importar, claro está, qué se ofreciera a cambio del “apoyo”, en qué condiciones y en detrimento de quién. Nada valía en la campaña electoral del PAN: no existía ni ética ni responsabilidad, todo era ganar, ganar, ganar, evitar la llegada de quien fue denominado “peligro para México”. Corromper, según el ideario de los pragmáticos panistas, era permitido siempre y cuando se salvara la patria, se salvara su patria, la patria de ellos y de nadie más. No les importó dividir a la sociedad aún más, enconarla, lastimarla, engañarla. Nada. Todo era por el bien del país, de la estabilidad y de los logros macroeconómicos. Una especie de destino divino, a la usanza de los norteamericanos que piensan y creen (verdaderamente lo creen) que son los salvadores del mundo, la policía mundial. Así, en México, los panistas creyeron que eran los salvadores, los rescatadores, quienes impedirían el ascenso del “malo”, del “ogro”, del “peligro”. Y después, cuando se vieron implicados en corrupción y fraude electoral, cuando, en pocas palabras, se convirtieron en todo aquello que años atrás repugnaban y criticaban, cuando eso sucedió, se dijeron (se convencieron) que era en beneficio de la democracia.
Felipe Calderón ahora va y dice y piensa y cree y manifiesta que él, quien llegó a través de un fraude electoral, es quien defiende los principios democráticos de México. Sin embargo, la realidad, siempre caprichosa, indica lo contrario. Felipe Calderón critica el autoritarismo pero, junto a él, marcha Francisco Ramírez Acuña, un genio de la intimidación y la represión. Felipe Calderón censura la violación de los derechos humanos pero defiende, al mismo tiempo, a Ulises Ruiz, un contumaz infractor de las garantías constitucionales, torturador, asesino. Felipe Calderón se dice seguidor del estado de derecho pero viola la Carta Magna, al permitir un aumento al salario mínimo irrisorio, cínico.
En México día a día se construye un régimen autoritario, desvergonzado e hipócrita. ¿Quién va a creer que el aumento a la tortilla de seis a ocho pesos con cincuenta centavos (en el mejor de los casos, porque hay estados del país donde un kilo de tortilla que valía hace dos meses seis pesos, ahora cuesta 18) sea un “logro” del gobierno en lugar de un golpe certero a la economía de los más pobres del país, de los pobres entre los pobres? No cabe duda que la única salida que tiene el pueblo de México a la amenaza autoritaria es la movilización, la organización y el rechazo a un gobierno usurpador. Sin embargo, hay muchas barreras, una de ellas (quizá la más difícil de sortear) es la embestida de los dueños del dinero a través de los medios de comunicación electrónicos. La oposición en el país tiene que ir dirigida, además de contra los panistas, contra el duopolio televisivo. Sí, Televisa y TV Azteca son una rémora para lo que queda de la democracia mexicana. Luchar contra estos consorcios que solamente envilecen la inteligencia y denigran el pensamiento es una tarea difícil que se debe arrostrar.
Bastaron dos meses para desenmascarar la hipocresía de quien se dijo “presidente del empleo” y que hoy está a punto de descarrilar a un país entero. México no merece la mediocridad de personajes como Francisco Ramírez Acuña. México no merece a una persona tan maquiavélica como Felipe Calderón. Si no se da la batalla, pronto estaremos entrando un pasado que creíamos desterrado, enterrado en las hojas más sangrientas y grises de la historia del país.
viernes, enero 19, 2007
Represores y mentirosos


jueves, enero 18, 2007
Ni payasos ni panistas queremos


miércoles, enero 17, 2007
Dos imágenes


martes, enero 16, 2007
El enano y el australopitecus en Tijuana

lunes, enero 15, 2007
Y no sube...

Este es el cartón de Hernández aparecido hoy en La Jornada. Está muy chido: el chiquito, pequeñito, enanito, el fraudulento Calderón, un punto gris, sin carisma, sin arraigo popular, sin nada de nada. Así, simple, un punto negro con cabeza obcecada en pensar, en repasar, en elucubrar los maquiavélicos operativos de represión, intimidación; y claro, ocupada esa pequeña cabeza en mentir, mentir y seguir mintiendo.
Artículo La Jornada Jalisco 14/01/2007
Jorge Gómez Naredo
El Grupo Sur, formado por intelectuales tan acreditados y destacados como Guillermo Almeyra, Armando Bartra o Gabriel Vargas Lozano publicó ayer en La Jornada un comunicado intitulado “Alto a la tentación dictatorial”, donde esgrime argumentos sobre la posibilidad de un régimen autoritario bajo la égida de Felipe Calderón. No cabe duda que existe un proyecto planeado con bastante detenimiento para instalar una especie de dictadura disfrazada y justificada por la manipulación de los conceptos “democracia”, “derechos humanos” y “estado de derecho”.
En fechas recientes el poder civil se ha mezclado con las fuerzas marciales, con el ejército. Los espots de televisión de la presidencia muestran imágenes militares amalgamadas con la voz de Felipe Calderón y con un discurso autoritario encubierto en una supuesta “seguridad de todos los mexicanos”. Los operativos en contra del narcotráfico regalan cientos de imágenes a las televisoras para que sean exhibidas y repetidas hasta el hartazgo, dando el mensaje a todos los ciudadanos de la existente de un México con orden y control, donde cualquier desviación al pensamiento hegemónico será castigada.
El 3 de enero pasado, Felipe Calderón recibió en Los Pinos al conjunto campeón del balompié mexicano, las Chivas. En esa ocasión Jorge Vergara (dueño del club) obsequió al panista una casaca del equipo que éste prontamente vistió: las fotografías del “presidente chiva” fueron difundidas hasta la saciedad, la imagen dio la vuelta a México y fue interpretada por muchos como un símbolo de unidad, pues el “rebaño sagrado”, uno de los equipos con mayor afición, tiene como una de sus características más celebradas el jugar solamente con deportistas nacionales, una especie de nacionalismo futbolero. El viernes pasado, ese mismo equipo acudió a una sesión fotográfica a la base militar La Mojonera, ubicada en el municipio de Zapopan. El espectáculo fue elocuente: los futbolistas subidos en una tanqueta, sonrientes, jugando con las metrallas y rodeados de efectivos de la armada con rostros camuflajeados. La mezcla es interesante y preocupante: por un lado el campeón del balompié mexicano (el deporte más socorrido por la población) y, por el otro, los militares.
¿Qué significa esta “extravagante” sesión fotográfica? Según Andrés Fábregas Puig, actual rector de la Universidad Intercultural de Chiapas y ex-investigador de El Colegio de Jalisco, en su libro El rebaño sagrado: el fútbol como integrador de identidades, el equipo de las Chivas es un símbolo no solamente regional, sino nacional, y por ende tiene la capacidad de integrar al ser mexicano (una especie de tequila pero en balompié). ¿Por qué Jorge Vergara (quien declaró el 10 de diciembre de 2006: “si se lo dedicamos [el título] a alguien sería al gobierno de México que arranca como el Campeonísimo nuevo”) decidió utilizar todo el capital simbólico de las Chivas para unir los objetivos militares con los del conjunto deportivo? ¿Por qué los jugadores de uno de los equipos más populares del fútbol mexicano aparecen en primera plana en la mayoría de los periódicos, montados en una tanqueta y mostrando disciplina cercana a la marcial? ¿Cuál es el mensaje? El significado es claro: el ejército, Felipe Calderón y las Chivas son lo mismo, persiguen los mismos objetivos y, por ello, hay que apoyarlos. Los dirigentes del equipo así lo entienden; tal es el caso del ex-presidente de la Coparmex Jalisco y actual director general de Chivas, Juan José Frangie, quien durante la sesión fotográfica declaró: “Para nosotros es un honor que el Ejército nos haya dado la oportunidad de tomar la foto; tenemos cosas similares, como que somos puros mexicanos, nosotros ahora somos el mejor, el equipo campeón y el Ejército es la institución más digna de México”.
México poco a poco se militariza y se acostumbra (ya sea por la cercanía física o por la mediática) a la presencia marcial, se introduce, como lo mencionan los integrantes del Grupo Sur, a la “tentación dictatorial”. Felipe Calderón escogió el peor de los caminos para legitimarse: la fuerza y la intimidación. Con base en la mentira ha elaborado y montado un espectáculo donde los símbolos populares se mezclan con el castigo, la disciplina y la obediencia, escenas que siempre han estado apoyadas por buena parte de los medios de comunicación.
Ésa es la apuesta de Calderón: el miedo, la intimidación, la mentira y la cotidianidad de la convivencia con el ejército. Pero no ha funcionado porque hay coraje, miseria, rencor, discriminación, pobreza y miles de ciudadanos que aguantan silenciosamente, que un día se cansarán del silencio y explotarán contra los responsables directos: Felipe Calderón, el PAN y todas las instituciones que no han podido contrarrestar, y sí ahondar, las diferencias sociales. Tenemos un polvorín llamado México que hace tic-tac, tic-tac.
Artículo El Occidental 14/01/2007
Jorge Gómez Naredo
¿Cómo legitimar? ¿Cómo sostener a un “presidente” que cometió fraude en las elecciones para arribar al máximo puesto de la República? ¿Cómo eliminar el sentimiento de coraje de cientos de miles de personas? ¿Cómo hacer querido a un individuo sin carisma? ¿Cómo gobernar un país que, día a día, se despeña por la pobreza, la inflación, la miseria y la discriminación? ¿Cómo provocar el olvido de una campaña sucia que dividió a un país?
Felipe Calderón ha llevado a cabo muchas estrategias para legitimar su ascenso al poder. Primero montó un operativo en contra de la delincuencia organizada. Las televisoras (siempre prestas a quedar bien con el gobierno en turno y lograr prebendas) mostraron imágenes de fuerza, control y orden, donde la milicia se conceptuó como la panacea para los problemas de inseguridad. El fracaso de dicho operativo está a la vista: no ha habido la captura de ningún narcotraficante, no se han desmantelado las organizaciones delictivas ni disminuido los asesinatos y el mercadeo (nacional e internacional) de estupefacientes continúa en ascenso.
Después, Calderón se disfrazó de militar: quería dar a entender quién era el jefe de las fuerzas armadas, quién gobernaba, quién ordenaba, quién tenía el control. Fracasó también, pues más que fortaleza mostró debilidad al resguardarse entre ropajes verde olivo. Ni sus discursos demagógicos otorgando aumentos salariales a las fuerzas armadas ni los espots de televisión mezclando imágenes militares con la bandera nacional y la voz de Calderón surtieron el efecto deseado: para cientos de miles de mexicanos el presidente en funciones es y será un usurpador.
El jueves pasado, en su primer “baño de pueblo”, Calderón visitó Chalco en el Estado de México y algunos municipios de Veracruz pensando que la seguridad y las restricciones impuestas por el Estado Mayor Presidencial (EMP) impedirían los reclamos. No fue así. La gente lo increpó y le reclamó los aumentos en el precio de las tortillas, el azúcar y demás alimentos básicos en la dieta de los mexicanos. En un tono populista (sí, populista) arengó: ''no me importa que lo traigan [el maíz] desde miles de kilómetros, lo importante es que ése no sea un argumento para elevarle los precios a la gente (sic)”.
Legitimar a un presidente es una tarea difícil y más cuando, en lugar de trabajar para las mayorías del país, la persona que busca legitimidad se dedica a pagar facturas de todos aquellos que lo apoyaron en su campaña electoral. Roberto González Barrera es el dueño de Maseca, una de las empresas más importantes en la producción y distribución de tortillas y harina de maíz. Este empresario fue muy cercano al gobierno de Vicente Fox y, lo dudemos, seguramente apoyó a Felipe Calderón en su campaña electoral. El jueves pasado el mismísimo Guillermo Ortiz, director del Banco de México, anunció que el incremento en el precio de la tortilla no se debía a las alzas internacionales en el costo de este cultivo, sino a la especulación. ¿Qué indica esto? Que los emporios de las tortillas (Maseca y Minsa) han enrarecido su distribución para, en pocos días, elevar los precios de las mismas y, claro está, embolsarse una buena cantidad de millones de pesos. ¿Así quiere legitimarse Felipe Calderón, con discursos demagógicos y sin castigar a aquéllos que buscan beneficiarse en detrimento de los más pobres?
La inflación está a la vista de todos (aunque se niegue y se disfrace con un 4.5%): basta ir al mercado para percatarse que los precios se han incrementado; en cambio, el aumento al salario mínimo no sobrepasó los dos pesos. Estos elementos provocarán, no lo dudemos, irritación en la sociedad. Si a ello le agregamos la debilidad y la imposibilidad de un presidente para legitimarse, tenemos un polvorín llamado México que hace tic-tac, tic-tac.
jueves, enero 11, 2007
Comentario 11/01/2007
domingo, enero 07, 2007
Artículo La Jornada Jalisco 07/01/2007
Miedo y censura
Jorge Gómez Naredo
¿A qué le teme el gobierno de Felipe Calderón? ¿Por qué la Dirección General de Radio, Televisión y Cinematografía (RTC), dependiente de la Secretaría de Gobernación, censuró un mensaje del PRD donde se daba cuenta de la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador como presidente legítimo de México? ¿Acaso la información de lo sucedido en el país debe ser analizada y, en su caso, desaparecida de los canales informativos?
Después del 2 de julio de 2006 la gran mayoría de los medios de comunicación (en especial los electrónicos) decidieron plegarse a los intereses de Felipe Calderón. El movimiento social encabezado por Andrés Manuel López Obrador, uno de los más amplios y paradigmáticos de la historia del país fue borrado de las pantallas de televisión. Cientos de miles de personas que apoyaron, apoyan y apoyarán al ex candidato de la Coalición por el Bien de Todos desaparecieron de los “informativos”. La realidad en las calles, las multitudinarias marchas, las muestras de apoyo, los esfuerzos de crear canales de comunicación alternativos no existen para quienes “dan las noticias” en la radio y la televisión. Una censura del silencio, de la inexistencia, del no eres, no estás, no cuentas.
La presidencia legítima de México ha mantenido contacto con sus simpatizantes a través de Internet, de pasar la voz, de las radios alternativas y de las pocas publicaciones objetivas que existen en el país. La censura se plantea a través del ocultamiento de la información. Ejemplos tenemos muchos: cuando López Obrador mandó a San Lázaro su iniciativa de presupuesto, la mayoría de los medios de comunicación no mencionaron nada al respecto, a pesar de haber sido retomada por legisladores del Frente Amplio Progresista (FAP) para enderezar la barbarie de presupuesto que había enviado Felipe Calderón (en el cual se reducía el presupuesto a la seguridad social, a la educación y a todo lo que tuviera que ver con justicia e igualdad). La censura, en este momento, es no informar, no dar voz a cientos de miles de personas; mientras tanto, los “analistas” antilopezobradoristas tienen las páginas abiertas de diarios y revistas y el tiempo aire suficiente para expresar en radio y televisión sus falacias sobre el movimiento de resistencia civil pacífica. ¡Vaya igualdad en la libertad de expresión!
Seguramente los asesores de Felipe Calderón se han dado cuenta de su fracaso al pretender esconder información sobre la presidencia legítima. López Obrador continúa siendo apoyado por millones de personas. Ni la salida de los noticiarios matutinos de Ricardo Rocha en Radio Fórmula ni las amenazas a varios periodistas por informar sobre la realidad mexicana han sido suficientes para menguar el apoyo popular a AMLO; tampoco han logrado ocultar la antipatía que cientos de miles de mexicanos sienten por Felipe Calderón.
El gobierno federal tiene miedo; no del narcotráfico (con éste siempre se puede llegar a acuerdos) ni de la violencia producida por el enfrentamiento entre cárteles, sino del movimiento encabezado por López Obrador. Por eso la Secretaría de Gobernación (comandada por el genio de la tortura y la intimidación, Francisco Ramírez Acuña), a través de RTC, ha decidido censurar un programa radiofónico de cinco minutos donde se da cuenta de la toma de posesión de López Obrador. Cinco minutos que atemorizan al gobierno federal y le devuelven su debilidad, oculta en las imágenes de aparatosos operativos castrenses en contra del narcotráfico. Tan débil se siente el gobierno federal que cinco minutos le producen zozobra.
Felipe Calderón llegó a la presidencia mancillando la voluntad popular, pues mintió, dividió, enconó a los mexicanos y apoyó un fraude que violentó los pocos avances democráticos del país. Y quien llega así al poder, siempre tiene miedo, en todas partes; a donde vaya, su rostro, a pesar de las sonrisas hipócritas, devela una mueca de miedo. Todo ello se expresará, poco a poco, en más y más censura. Dentro de las perspectivas de un gobierno débil, cinco minutos de información parecen un peligro, una cuestión de supervivencia.
Felipe Calderón experimenta miedo y para ocultarlo lleva a cabo una estrategia mediática simple: militarizar el gobierno civil. Por eso los espots de televisión con imágenes del ejército mexicano, por eso aparece Calderón con boina y chamarra militares en una visita a las instalaciones castrenses de Apatzingán; por eso Ramírez Acuña deja en manos de “los expertos” (las fuerzas punitivas) la lucha contra el narcotráfico; por eso la televisión repite los “logros” de los operativos en contra de los cárteles. Sin embargo, todo ello es imagen, simulación y un claro mensaje de intimidación al movimiento lopezobradorista. Es decir, Felipe Calderón reafirma, cada día más, su miedo a los mexicanos, esos mismos que, según el IFE, el TRIFE y el PAN, lo llevaron a la presidencia.
Artículo El Occidental 07/01/2007
Guerra contra el narcotráfico, ¿simulación?
Jorge Gómez Naredo
La televisión muestra las imágenes de efectivos del ejército, de la Policía Federal Preventiva (PFP) –policía creada con elementos castrenses–, de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), de las policías estatales y municipales, en fin, de toda corporación punitiva, en operativos de “gran escala”: encontraron fosas con cadáveres, hay detenidos, huyen los “malechores”, hay investigaciones que pronto darán resultados. Se repiten los logros en cada canal de televisión, en la radio, en buena parte de los periódicos. Francisco Ramírez Acuña, secretario de gobernación gris (como lo fue en la gubernatura de Jalisco) declara una guerra (o combate) a la delincuencia. Todo pasa en la televisión. Los presentadores anuncian con bombo y platillo: “primero Michoacán, después Tijuana y Sinaloa, ahora Guerrero”. Quien ordenó la represión el 28 de mayo de 2004 y sigue sin castigo, Ramírez Acuña, menciona que se irá paso por paso, estado por estado.
La delincuencia organizada, sin duda, es uno de los graves problemas del país. Hay muertes por doquier, pues los cárteles de la droga luchan por mantener el control de zonas de influencia, de mercados y pasos para transitar su mercancía. Un negocio criminalizado es siempre violento, recordemos los años aciagos de la prohibición de alcohol en Estados Unidos, la época de los grandes capos, de los asesinatos indiscriminados, de la corrupción al por mayor; una época, cabe señalar, de pobreza, la famosa crisis de 1929, el desmoronamiento de la bolsa de valores de Nueva York, el período de entreguerras, en fin, tiempos de miseria y desempleo en el vecino país del norte.
En México, en la actualidad, el narcotráfico es un problema grave y, como tal, la solución del mismo es muy compleja. No se trata solamente de encarcelar, perseguir e infundir miedo. Es mucho más difícil. Por eso, cualquier solución no se tiene que restringir a un sólo mecanismo de saneamiento. No se trata de mostrar imágenes de fuerza en la televisión, de dejar “a los que saben” (según declaraciones del gris secretario de gobernación) la solución del conflicto.
En principio, se debe entender que hay narcotráfico porque existe un mercado. Ello internacionaliza el problema. Si en Estados Unidos no se trata de erradicar el consumo de drogas, seguirán llegando los cargamentos por más vigilancia que se ponga en la frontera. Asimismo, es un negocio rentable y, cuando se da en un país con altos índices de pobreza extrema, es lógica la existencia de muchas personas decididas a participar en él. El narcotráfico maneja dinero, mucho dinero. En un país donde los casos de corrupción no se castigan, donde existen funcionarios que se enriquecen al amparo del poder y del tráfico de influencias, donde el presidente ganó la elección gracias a un fraude y a muchas negociaciones venales, ¿qué podemos esperar de las autoridades menores, de la policía que vigila?
El problema del narcotráfico no se solucionará con operativos militares aparatosos, mediáticamente rentables y políticamente utilizables. Es un problema mucho más complejo: implica puntos de acuerdo entre varios países de la región, combate a la corrupción, calidad ética de las autoridades que llevan a cabo los operativos, además, claro está, de inteligencia. De todas estas características carece el actual gobierno. Por eso, mientras no se ataquen las causas del narcotráfico (los mercados, la corrupción, la pobreza, etcétera), seguirán existiendo grandes capos, lucha entre cárteles y escalada de violencia. Pero a este gobierno que llegó a través de un fraude todo ello no le importa; su intención es mostrar un estado fuerte, un presidente decidido y muchas armas. La debilidad se oculta, siempre, con la fuerza. Es decir, seguimos en el país de la simulación.
sábado, enero 06, 2007
El pelele y sus grandes logros

martes, enero 02, 2007
Artículo La Jornada Jalisco 31/12/2006
Jorge Gómez Naredo
El año 2006 quedará marcado como daga y esperanza, como inicio y colofón. Los recuerdos están ahí, presentes, vivos, cada día más metidos en las mentes y en los corazones de cientos de miles de mexicanos. El año 2006 no se olvidará, no se borrará de nuestro pasado simple y llanamente porque no es ético ni sano ni digno olvidarnos de los atropellos, los desvelos, las esperanzas, la impotencia y el sentimiento de lucha tan vivo y lozano.
No se olvida la hipocresía del gobierno federal, las sonrisas de Martha Sahagún con sus hijos detrás, enriqueciéndose corruptamente bajo la protección presidencial; no se olvida el fracaso panista, el derrumbe ideológico de la derecha, las mentiras, las medias verdades, los enconos provocados por el vocero presidencial, la falta de moral, la incongruencia, el “fin de fiestas en Los Pinos”, el beneficio siempre hacia los más ricos ni la venalidad de los antaño opositores. No se olvida la afrenta de Vicente Fox, llegado a la presidencia gracias a un sistema con matices democráticos y que él mismo hizo añicos, lo vedó, lo proscribió, lo persiguió y, el 2 de julio, después de muchos desvaríos, por fin lo mató. No se olvida ni se olvidará, porque el olvido es dejar de ser, perder un poco de existencia, un poco de historia, un mucho de dignidad.
No se olvidan las lágrimas de decenas de mujeres cuando policías del Estado de México y de la Federación las manoseaban, las violaban, las amenazaban; no se olvida la impotencia de sus padres, sus hermanos, sus madres, sus parejas. No se olvida la sangre derramada, los toletazos, los gases lacrimógenos; no se olvida que quien ordenó dicha represión es nada más ni nada menos que el actual Procurador General de la República. No se olvidan los encarcelamientos ilícitos, las violaciones a los derechos humanos, la sonrisa de Enrique Peña Nieto negando que en Atenco hubiera existido represión; no se olvida a las televisoras, a TV Azteca y Televisa, azuzando a la población para “exigir” mano dura; no se olvida que Vicente Fox reprimió y tiene las manos manchadas de sangre; no se olvida que hoy es un delincuente más, sin castigo, solapado por unas instituciones caducas, corruptas y secuestradas por los de siempre: los poderosos y los dueños del dinero.
No se olvida la matanza disfrazada de accidente: Pasta de Conchos. No se olvidan las lágrimas de los familiares, la falta de apoyo del gobierno federal, la indiferencia de la clase política hacia el sufrimiento de los más pobres, de los pobres entre los pobres. No se olvida que fue una empresa poderosa quien se negó a dar seguridad a sus trabajadores y que dicho consorcio tiene nexos estrechos con Luis Téllez, actual Secretario de Comunicaciones y Transportes. No se olvida que todavía hoy no hay castigo para los culpables.
No se olvida Michoacán ni Lázaro Cárdenas, el asesinato de mineros que protestaban en uso legítimo de sus derechos; no se olvida que fueron muertos a manos de policías estatales y federales; no se olvida que el gobernador, diciéndose de izquierda, actuó y actúa como de derecha. No se olvidan las muertes porque nuestros muertos lloran cuando los olvidamos.
No se olvida el 2 de julio, la campaña sucia en contra de un candidato, la falta de responsabilidad del PAN cuando decidió dividir al país (ya dividido) y enconarlo; no se olvidan los espots televisivos, las hipocresías, la bravuconería de Felipe Calderón y su equipo de campaña; no se olvida el apoyo del Consejo Coordinador Empresarial, del IFE, de la Presidencia y de los jueces electorales en favor del PAN; no se olvida el fraude ni la discriminación mediática contra todo aquél que votó por Andrés Manuel López Obrador. No se olvida el papel deleznable que jugaron las televisoras. No se olvida la desfachatez de Calderón ofreciéndole al “peligro para México” varias secretarías (entre ellas la de Gobernación) para que no defendiera el voto de los mexicanos. No se olvida ni se olvidará jamás que quien ahora habita en Los Pinos simple y llanamente es un usurpador.
No se olvida la presión hacia el periodismo libre y comprometido; la censura a Ricardo Rocha por órdenes, seguramente, de quienes rodean a Felipe Calderón; la intimidación a José Gutiérrez Vivó y a la revista Proceso; no se olvidan las afrentas de tantos periodistas que se vendieron, mansamente, al gobierno en turno; no se olvida el desdén hacia los medios de comunicación alternativos ni la falta de información (derecho de todo mexicano) y manipulación de la misma.
No se olvida Oaxaca: aquí está, presente, sufriendo, con lágrimas, en pie de lucha. No se olvida la represión ordenada por Ulises Ruiz, Vicente Fox y Francisco Ramírez Acuña. No se olvida que los presos hayan sido trasladados a cárceles lejanas como medida de intimidación; no se olvidan las amenazas de muerte, los golpes bajos, las torturas, las desapariciones; no se olvidan los muertos que siempre resultan ser del pueblo, ese pueblo heroico que decidió ser demócrata, buscar su participación política y organizarse. No se olvida que la única respuesta del PAN y el PRI ha sido la “mano dura”, el “estado de derecho” y la incomprensión. No se olvida que los culpables de los asesinatos de miembros de la APPO están libres y no serán castigados por los gobiernos actuales. No se olvida que siguen derramándose lágrimas de impotencia: los golpes se borran, pero el dolor continúa.
Hoy en las pantallas de televisión saldrán los presentadores a hacer “análisis” políticos, económicos y sociales sobre el año que termina. Para ellos concluye un ciclo e inicia otro. Sin embargo, abajo, para millones de personas, las cosas no son tan fáciles. No hay “borrón y cuenta nueva”. El olvido es un arma peligrosa, es una manera de siempre nacer, de siempre partir del mismo lugar. No olvidar, en cambio, es hacerse más fuerte, es un ejemplo de dignidad y un homenaje, una recompensa, una ofrenda, un regalo a tantas lágrimas y tanta sangre que ayer derramaron otros por una patria y un futuro mejores. El 2006, sin duda, deber ser el año del no olvido.
Artículo El Occidental 31/12/2206
Jorge Gómez Naredo
El pasado 26 de diciembre subió el transporte público en el Estado de Jalisco. De 4 pesos pasó a 4.50. Este incremento estuvo marcado por la sospecha de corrupción y la ineficacia de las autoridades. Los más afectados por este incremento fueron, nuevamente, los pobres, quienes se transportan en servicio público; al gobierno estatal no le importó el irrisorio aumento al salario mínimo, la pobreza que día a día se acrecienta, el mal servicio de los autobuses y la insuficiencia del tren ligero. Nada lo hizo cambiar de opinión y permitió, con poca presión, un aumento que en poco tiempo se incrementará todavía más.
La dictadura del automóvil es la constante en la ciudad de Guadalajara. Los gobernantes, acostumbrados a viajar en autos lujosos y sin haber tenido la experiencia de subir a un camión o al tren ligero, gobiernan desde una perspectiva obtusa, fijándose siempre en los intereses de sus grupos y no en los de la mayoría. El sistema de tren ligero, bien acondicionado y con una vigilancia muchas veces rayana en la intolerancia (como la prepotencia de ciertos policías al interior de las estaciones), es un servicio insuficiente que no cumple las expectativas de una sociedad necesitada de medios de comunicación más rápidos y con mayor cobertura. Los camiones dan un pésimo servicio y no hay un transporte digno para la ciudadanía: la vialidad (como la sincronización de los semáforos) es un caos y las líneas de autobuses están mal planeadas. Un rezago ancestral en las vialidades es notorio en la ciudad de Guadalajara y resultan alarmantes las perspectivas de seguir las autoridades actuales en el Estado.
Comparemos los servicios de tren ligero tapatío con el metro, el metrobús y el tren ligero en la ciudad de México. En Guadalajara el tren ligero tiene 29 estaciones repartidas en dos líneas; la población en Guadalajara, según datos oficiales, es de 1’600,940 habitantes. El Distrito Federal, con 8’720,916 habitantes, tiene una red de metro con 175 estaciones en 11 líneas; su tren ligero consta de una ruta con 18 estaciones y un metrobús con 36 estaciones: en total 229 estaciones con 13 líneas. La ciudad de México tiene 7’119,976 habitantes más que Guadalajara. Si hacemos una pequeña ecuación para saber cuántas personas hay por estación, tenemos que en la ciudad de México por cada 38,083 personas hay una estación de metro, tren ligero o metrobús. En Guadalajara, en cambio, por cada estación hay 55,204. Las diferencias son muchas y, si Guadalajara continúa con la dinámica de potenciar el transporte particular en detrimento del público, se irá denigrando la calidad de vida de los tapatíos.
Ahora bien, ¿cuánto cuesta el servicio colectivo en la ciudad de México? El metro y el tren ligero tienen un costo de dos pesos; el metrobús de 3.50. El primero y el tercero tienen servicio de prepago. Los autobuses varían por la distancia que se recorra, pero el costo jamás pasa de 4 pesos. Resumiendo: en la ciudad de Guadalajara, por un servicio mucho menos eficaz se paga (en general) el doble que en México, por un servicio mucho más amplio y rápido.
Las autoridades panistas tapatías y jaliscienses han tenido la oportunidad de beneficiar a su población a través de un subsidio al transporte público o una mejora (ampliación) al tren ligero, pero no lo han querido hacer. Para ellos las grandes avenidas, los pasos a desnivel y los puentes son la solución. Lo más absurdo de todo es que la población que viaja en transporte público (una mayoría) continúe votando por la ineptitud y la falta de visión de los gobiernos panistas; éstos siempre beneficiarán a los ricos, a los intereses de las empresas de transporte y jamás se fijarán en la inmensa mayoría de la población. Ojalá y los jaliscienses, un día, dejen de pensar en el PAN como el partido que sacó al PRI de Los Pinos y lo vean como lo que realmente es: un instituto político de derecha que no tiene intención de beneficiar a los menos favorecidos.