martes, enero 15, 2008

Artículo El Occidental, 14/01/2008

El Procurador que no se enteró de lo que sucedía

Jorge Gómez Naredo

Poco a poco se complica para las actuales autoridades panistas el caso del procurador Tomás Coronado Olmos. El gobernador del Estado, Emilio González Márquez, ha tratado de absolverlo desde siempre: “inocente es”, parece ser la sentencia dada desde Casa Jalisco.

Todo comenzó cuando la revista Proceso dio a conocer que Tomás Coronado Olmos, junto con Martín Aguirre Aguirre, ex funcionario del ayuntamiento de Guadalajara, habían participado en “fiestas” no muy sanas, es decir, en bacanales donde se violaba a menores de edad. Al unísono, todos los funcionarios públicos panistas negaron dichas versiones arguyendo intenciones “aviesas” que solamente buscaban desprestigiar la labor del Procurador de Jalisco.

El gobernador se negó a establecer una fiscalía especial para investigar las acusaciones en contra de Coronado Olmos. Esto fue, sin duda, un grave error, porque suponía que el mismo procurador sería el encargado de investigarse: los resultados de las pesquisas carecerían, claro está, de cualquier tipo de credibilidad. Lo más conveniente hubiera sido establecer una fiscalía especial. Y existía la posibilidad, pues el mismo González Márquez prometió que si se daba una denuncia formal de violación en contra de Coronado Olmos, rápido se formaría la fiscalía. La denuncia la hizo el ex procurador C, Víctor Manuel Landeros, por pederastia, prostitución y pornografía infantil, pero González Márquez no hizo nada, no cumplió su palabra.

Al poco tiempo de haber presentado la denuncia, Landeros comenzó a sufrir amenazas e intimidaciones. Su ex escolta fue perseguido y baleado y a él se le denunció por abuso de autoridad. La maquinaria de Coronado Olmos había comenzado a aceitarse y a actuar. Logró que el Juzgado Décimo Primero de lo penal le otorgara una orden de aprehensión en contra de Landeros. La persecución había comenzado.

El miércoles pasado González Márquez salió en defensa de su Procurador y responsabilizó a personas malintencionadas del escándalo: “lo que hay detrás de esto [las acusaciones de pederastia en contra de Coronado Olmos] es gente interesada en que el tema crezca”. También exoneró a su subordinado, pues adujo que aunque estuvo en la fiesta donde se abusaba de menores, él no se enteró de lo que pasaba: “Podría ser que en este mismo espacio ahora estuviese ocurriendo algún ilícito sin que nosotros nos enteremos, y no nos hace cómplices ni responsables si en estos alrededores se comete algún ilícito por el hecho de estar aquí y no enterarnos. Esa es la pregunta: ¿participó [Coronado Olmos en violaciones a menores de edad]? La respuesta de todo mundo (sic) es: no, no participó”.

Ante estas declaraciones uno no sabe de qué se trata eso de impartir justicia en el Estado: ¿por qué no mejor se retira a Coronado Olmos de su cargo mientras se realizan las investigaciones?, o en todo caso, ¿por qué no se crea una fiscalía especial para que no sea el Procurador el encargado de juzgarse él mismo? González Márquez aceptó ya que Coronado Olmos participó en fiestas donde se abusaba de menores de edad, pero dijo que no se enteró: admitir que el procurador asistió a dichas bacanales pero que no advirtió nada raro se presta a suspicacias. Y más cuando existen declaraciones de las víctimas donde se aduce que Coronado Olmos no solamente se dio cuenta de los abusos sexuales cometidos, sino que fue uno de los participantes en los mismos.

Cada día se complica más la situación de Coronado Olmos. Y también la de González Márquez, porque, ¿cuál es la razón para defender a un posible pederasta?, ¿qué impide al gobernador hacer todo lo posible para investigar a una persona que está encargada, nada más ni nada menos, que de procurar justicia en el Estado? Lo más sano para la actual administración estatal sería separar a Coronado Olmos de su cargo, iniciar las investigaciones y esclarecer todo este escándalo que lo único que ha traído es la percepción de un Procurador pederasta que no tiene calidad ética ni moral para procurar justicia.

Artículo La Jornada Jalisco 13/01/2008

La telenovela de Jalisco

Jorge Gómez Naredo

Emilio González Márquez comprende bien que sin Televisa sus aspiraciones para obtener la candidatura del PAN a la presidencia de la República no se concretarán. Por eso busca ser un gobernador cercano al consorcio televisivo. Sucedió así el año pasado, cuando Espacio 2007, un evento que convoca anualmente a cientos de estudiantes de ciencias de la comunicación (especialmente de escuelas privadas), recibió en efectivo del gobierno del Estado la nada despreciable cantidad de 67 millones de pesos. Se dijo hasta el hartazgo que dicho gasto era innecesario, que no era justo, que contravenía el espíritu de una administración austera y comprometida con la población. Nada ni nadie hizo cambiar de parecer al gobernador y el dinero se entregó, utilizó y tuvo su beneficio: González Márquez apareció en cadena nacional y en horario triple A. Fue una estrella más en el Canal de las Estrellas.

En días pasados se dio a conocer en la prensa local que nuevamente, González Márquez, negocia con Televisa. Ahora no se realiza una donación directa, es decir, un pago en efectivo para algún evento gris e intrascendente de la televisora privada. La dinámica es otra: dar a Televisa apoyos (en efectivo o en especie) para que pueda realizar una telenovela en la entidad. A cambio, el gobierno se beneficiará mucho: se propagará en México y en el mundo entero una fiebre por venir a Jalisco a pasar todos los días de asueto. El turismo crecerá en proporciones nunca antes vistas y las divisas dejadas por los visitantes enriquecerán a todos los jaliscienses. La felicidad llegará pronto gracias a González Márquez y sus avispados proyectos con Televisa.

El gabinete del gobernador se frota las manos. Incluso el empresario convertido en secretario de turismo, Aurelio López Rocha, demuestra, explica, compara: “¿Cuánto vale estar en todas las salas de cine del mundo con el respaldo de Walt Disney?, pues esto no tiene precio”. Sí, no tiene precio ser una estrella más en el Canal de las Estrellas. Por eso hay que darle todo lo posible a Televisa para que promocione Jalisco y en las pantallas de televisión del mundo entero salgan las torres de la catedral de Guadalajara. Los televidentes, nada más ver la telenovela, dirá raudos y veloces: “Oh, necesitamos ir a Jalisco antes de morir”. Llegarán pronto montones de extranjeros y nacionales deseosos de visitar la entidad. Las líneas aéreas y los autobuses no se darán abasto por los miles, por los millones de turistas que, gracias a la promoción hecha en un culebrón, visitarán Jalisco. Todos seremos felices y González Márquez será reconocido como creador de perspicaces campañas publicitarias. Claro, será rememorado así cuando gane la candidatura del PAN a la presidencia de la República gracias a la intensa propaganda que haga de él Televisa.

¡Pero la felicidad para los jaliscienses no terminará ahí! Fernando Chávez, vocero del gobierno estatal, manifestó que “además del fuerte impulso a los sitios turísticos de la Zona Metropolitana de Guadalajara, destacará la introducción en los diálogos de la producción televisiva de temas que tienen que ver con el apoyo a las madres solteras, el combate a la violencia intrafamiliar y el gusto de los niños por las matemáticas”. Es decir, se inocularán a la población valores: “¡qué vivan las madres solteras!, ¡qué muera la violencia intrafamiliar!, ¡larga vida para las matemáticas!”, serán consignas que los gallardos actores y atractivas actrices de Televisa gritarán en las grabaciones, quizá durante un rodaje donde se enfoquen bien, preciosas, majestuosas, las puertas de la Catedral de Guadalajara. Vaya, es un negocio redondo, un beneficio incuantificable para Jalisco. Y sólo por unos cuantos millones de pesos en especie...; todo con un título que llama a la reflexión y a la equidad de género: “Las estúpidas no van al cielo”, ¡ah!, no, lo han cambiado por estrategia publicitaria: “Las tontas no van al cielo”. Vaya, qué hermoso es Jalisco ¡y más hermoso va a ser cuando en las pantallas de televisión, en todo México, alrededor del mundo, salga la bella Perla de Occidente!

Desde ya, González Márquez está invirtiendo en su campaña como candidato a la presidencia de la República. Los negocios con Televisa así lo confirman y está imbuido en dicha labor. La realiza con dinero público y en detrimento de otros proyectos que sí beneficiarían a la sociedad en su conjunto. Mientras se piensa en telenovelas, locaciones adecuadas, vehículos prestos para trasladar a los actores, vestuarios, hoteles que puedan apoyar para que Jalisco sea “uno”, la realidad abajo, con la gente, cada día se vuelve más insoportable: un procurador señalado y acusado de pederasta, policías municipales que golpean y casi matan a los ciudadanos por el simple hecho de “verse sospechosos”, poco crecimiento económico, casi nulo apoyo a la cultura, un canal de televisión estatal abandonado, aumento al pasaje del decadente transporte público citadino; en pocas palabras: un gobierno sin rumbo. Eso pasa abajo. Arriba, nuevamente González Márquez se prepara y se acicala para ser una estrella más en el Canal de la Estrellas. Ya lo dijo López Rocha, ex presidente de la Cámara de Comercio de Guadalajara hoy metamorfoseado en secretario de turismo estatal: “esto no tiene precio...”.

viernes, enero 11, 2008

El Occidental, 7/01/2008

¿Libertad de expresión?

Jorge Gómez Naredo

En México se habla mucho de libertad de expresión. Arriba, en las altas esferas del poder, se menciona y se arguye hasta el hartazgo que la comunicación libre se da, que no tiene vuelta de hoja y que no hay poder humano (ni político) que la detenga o impida. Los discursos de Felipe Calderón van en ese sentido: “hay libertad para decir lo que se quiere o lo que se deseé”. Sin embargo, la realidad, la terca realidad, nuevamente nos enseña que las cosas son distintas, que la retórica de los de arriba difiere de lo que en realidad pasa en medio y abajo.

Los de arriba conceptualizan a la censura como un hecho entre dos actores: a) el gobierno y b) el comunicador. Es decir, la censura, digamos, “tradicional”, en la cual desde una oficina gubernamental se manda a dos o tres esbirros para que golpeen, asusten o callen al periodista incómodo. Para los gobiernos (en especial los panistas y priístas) ésta es la única censura. Pero hay modos más sutiles, más delicados de censurar y el gobierno no es el único censor. Veamos con un hecho en concreto.

El viernes pasado, Carmen Aristegui, una de las mejores comunicadoras del país, seria, objetiva, imparcial y crítica, anunció que su informativo matutino (trasmitido en W Radio de lunes a viernes) salía del aire. Esto es censura, pues los comentarios y las informaciones dados por Aristegui siempre resultaron incómodos a quienes ahora detentan el poder.

La radioemisora W es propiedad del grupo Televisa y del consorcio mediático hispano Grupo Editorial PRISA. La censura, pues, provino de la misma empresa y no del gobierno directamente, aunque las presiones seguramente se dieron desde alguna oficina ubicada en Los Pinos. Y es que Aristegui nunca se calló nada, dijo lo que tenía que decir y durante cinco años fue una especie de isla entre tanto mar de desinformación.

Siempre trató de ser ecuánime y de darle voz a los que, en otras radiodifusoras, no tenían. Por ejemplo, Aristegui continuó entrevistando a Andrés Manuel López Obrador y a sus allegados; dijo lo que muchos medios de comunicación callaron acerca de los curas pederastas y de los encubridores de éstos (como el cardenal Norberto Rivera); habló largo y tendido de la “muerte por gastritis” de la anciana Ernestina Ascensión y de las violaciones a los derechos humanos que se cometían y se cometen cotidianamente en el país; además, claro está, le dio una cobertura crítica a la Ley Televisa cuando casi todos sus compañeros de empresa la alababan. Por eso Aristegui llegó a tener uno de los mejores ratings en radio. Se lo ganó a pulso. Esto seguramente incomodó a Felipe Calderón y a sus allegados. Y más cuando fue en el programa de Aristegui donde se dijo y se demostró que Hildebrando Zavala, cuñado de Calderón, tenía el padrón del IFE y había sido su empresa la diseñadora de los programas cibernéticos que después servirían para concretizar el fraude electoral de julio de 2006.

Cuando Felipe Calderón (ilegítimamente) asumió la presidencia de la república, Juan Ignacio Zavala, otro de sus cuñados, fue nombrado representante de los intereses del consorcio PRISA en México. Las presiones en contra de Aristegui se multiplicaron y se decidió sacarla del aire argumentando “no ser compatible [su programa] con el modelo editorial” de la empresa. Esto es censura. No se le puede llamar de otra forma.

Así pues, la censura, que dicen las autoridades panistas ya desapareció, en realidad continúa y está presente. Aristegui es un símbolo del periodismo comprometido y crítico, por eso se le sacó del aire, por eso no se le renovó contrato, por eso desde Los Pinos se instigó para que no continuara informando. La censura se da en México y es ejercida por los poderes político y económico. Así que la libertad de expresión y el acceso equitativo a los medios de comunicación es otra lucha que se debe dar, que se necesita enfrentar y que, por el bien del país, no se puede ni pensar en perder.

Artículo La Jornada Jalisco, 6/01/2008

El primer golpe del año: la salida de Carmen Aristegui

Jorge Gómez Naredo

Carmen Aristegui salió del aire en W Radio, o más bien, la sacaron. Su último programa fue el viernes pasado y en él explicó, a grandes rasgos, por qué se iba, o mejor dicho, por qué la despedían. Dijo, sin ambages, con esa templanza que la caracteriza: “El modelo editorial que hemos practicado a lo largo de estos años en W Radio es incompatible con el modelo de noticiario y dirección editorial que la propia empresa ha determinado”. Así dibujó un adiós, abruptamente, porque dicha decisión se le notificó unas horas antes. Terminó la última emisión con una canción que antes de ser canción fue poema de Antonio Machado: “Caminante son tus huellas / el camino y nada más; / caminante, no hay camino / se hace camino al andar”, cantada a dúo por Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina en un concierto en Madrid.

La salida de Aristegui obedece a una lógica para acallar las críticas, para silenciar las voces discordantes, para dejar sin palabras a cientos de miles, a millones de mexicanos que no están de acuerdo con el gobierno que se impuso hace ya más de un año ni con el aciago rumbo que está tomando el país. W Radio es una empresa propiedad de dos gigantes de la comunicación hispanoamericana: Televisa y Grupo Editorial Prisa. Y Aristegui incomodaba a los dos: a Televisa nunca le pareció que la periodista hubiera sido una de las críticas más implacables de la Ley Televisa, ese monstruo donde se perpetuaba el poder del duopolio televisivo; tampoco se le perdonó que no hubiera ido con sus colegas (encabezados por Joaquín López Dóriga vistiendo un colorido suéter rosa) a la Cámara de Senadores a defender la “libertad de expresión” de los oligopolios televisivo y radiofónico. Por eso le quitaron su programa, por eso despojaron a miles de radioescuchas de un espacio de libertad. El grupo Prisa, que busca la concesión para editar los libros de texto gratuitos en México (un jugoso negocio), contrató como su representante en el país, a principios de 2007, nada más ni nada menos que al cuñado de Felipe Calderón, Juan Ignacio Zavala, hermano de Margarita y de Hildebrando Zavala, aquel curioso personaje que tenía (¡cosas de la vida!), todo el padrón electoral y que había elaborado (¡pura casualidad!) para el impoluto IFE programas de cómputo que se utilizarían en las elecciones de julio 2006. El haber ventilado Carmen Aristegui estas “coincidencias” fue una ignominia para los Zavala-Calderón.

Pero la salida de Carmen Aristegui va más allá de los enemigos que se ganó por mostrar lo que la mayoría de los noticieros radiofónicos y televisivos ocultaban. La intención principal fue minar y amedrentar a los medios de comunicación y periodistas que no se someten al dictado de los grandes empresarios y de su representante, Felipe Calderón. Todo esto se da un año difícil: las alzas generalizadas en productos básicos, el desmoronamiento del campo, el alto desempleo, la desaceleración de la economía norteamericana y las facturas que debe pagar quien usurpó la presidencia.

Para que no se den desórdenes, para que no existan levantamientos, para que no estallé el país se necesita “mano dura” y falta de información veraz y crítica. La reforma judicial es una apuesta por lo primero, por la legalización de la violación a las garantías individuales y a los derechos humanos. Deshacerse de periodistas incómodos, cerrarles los canales de comunicación, acallarlos no a través de la reprimenda sino del castigo empresarial (como a Ricardo Rocha, Carmen Aristegui y Gutiérrez Vivó), es la otra jugada del gobierno federal para lograr lo que no se ha obtenido (¡y sí que se ha ambicionado!) en los sexenios anteriores de neoliberalismo: despojar de su riqueza energética a la nación.

La privatización de PEMEX se avecina. Los grandes empresarios (nacionales y extranjeros) se frotan las manos para lograrla. Felipe Calderón está ahí, en la presidencia de la República, con ese gran objetivo. Jaime Avilés, en su columna de ayer en La Jornada, adujo que Calderón “ya pactó en secreto con varios consorcios petroleros mundiales que pertenecen a países como Estados Unidos, Holanda, España y Brasil [la privatización de la paraestatal]”. Pero no puede hacerlo si existen periodistas críticos y comprometidos que digan lo que los demás se callan y sin una “fórmula judicial” que legalice las violaciones a los derechos humanos y a las garantías constitucionales. Por eso no se le renovó contrato a Carmen Aristegui. Por eso se incluyó en la reforma judicial facultades a la policía de entrar a cualquier domicilio cuando se crea “necesario” y/o “conveniente”.

La salida de Carmen Aristegui de W Radio es un eslabón más de la estrategia ideada por el gobierno federal para privatizar PEMEX y acallar el descontento social imperante. Ante esto hechos solamente queda la protesta, la movilización social, el despertar de la ciudadanía. Es una lucha que no se puede, por ningún motivo, perder. Es por el bien de México, de todos los que habitamos estas tierras: es por la viabilidad de un país, de una nación. Como dice el poema que se hizo canción y que han recitado a dúo Serrat y Sabina en sus recientes conciertos: “caminante no hay camino / se hace camino al andar”. Y esto se logra, sin duda, “golpe a golpe, verso a verso”.

miércoles, enero 02, 2008

Artículo El Occidental, 31/12/2007

Para el 2008

Jorge Gómez Naredo

Cada final de año se hacen balances en diversos medios de comunicación sobre la situación política, cultural, social y un montón de cosas más. Hay “ingeniosos” personajes que aparecen en las pantallas de televisión y dan pronósticos sobre lo que sucederá en el futuro próximo. Es una tradición: se va un año y llega otro. Para los caricaturistas sin ingenio, es muy fácil poner un señor viejo que representa el 2007 yéndose a algún lugar desconocido, junto a un niño con una pequeña banda que dice 2008. Este es el ambiente de cada fin de año. Todo acompañado de fiestas y más fiestas.

Los balances sirven, los comentarios ayudan, las críticas son necesarias, pero, ¿qué cambian?, ¿acaso para los personajes que están a cargo de las riendas de un municipio, de un Estado o del país, las críticas y los argumentos valen de mucho? Uno puede estar en contra de una medida arbitraria, puede hacer muchas actividades versus tal o cual designio gubernamental, pero para los de arriba, eso no vale o vale poco. Ejemplos hay muchos: el llamado “viaducto” López Mateos es uno de ellos. Quedó demostrado que no funcionaría, que no sería de mucho apoyo porque los autos son muchos y porque el no tener semáforos no indica que las vialidades sean más expeditas. Además, el proyecto se hizo “al vapor”, es decir, sin planearse con detenimiento y sin pensar en realizar un verdadero viaducto donde se solucionara cómo serían las vialidades laterales, cómo cruzarían la avenida los peatones, en fin, muchas cosas que no se pensaron o no se quisieron pensar. El secretario de Vialidad y Transporte, Juan Manuel Verdín Díaz, no hizo caso a los reclamos de quienes se manifestaron en contra de la conversión de una avenida, así nomás, de un día para otro, en viaducto.

¿Qué se necesita para cambiar las cosas?, ¿para influir en las decisiones de los gobernantes?, ¿qué precisa la ciudadanía para que su voz sea escuchada, respetada y tomada en cuenta? Se supone que cada tres o seis años se organizan elecciones para que la ciudadanía decida quién gobernará. Sin embargo, sabemos (y esto es claro y diáfano) que ir cada tres años a votar no significa que las autoridades elegidas serán representantes de los piensos de la ciudadanía (y menos cuando se hacen fraudes, cuando quienes escogen a las autoridades son los grandes empresarios, el dinero, las televisoras, etcétera). Pensar la democracia como el simple hecho de ir a votar es un absurdo y una tomadura de pelo.

Para ejercer la ciudadanía se precisa información y acción. Sí, informarse de lo que sucede, de lo que pasa a nuestro alrededor y nos atañe directamente. Y acción porque para que los gobernantes hagan caso a los ciudadanos se necesita movilización, estrategias que hagan recular a los gobernantes en sus prácticas inicuas.

Pero el ejercicio de informarse y de actuar no se da de una manera clara y generalizada y, por supuesto, las respuestas de los gobernantes no son siempre benéficas para los ciudadanos. Como ejemplos tenemos las constantes críticas que se realizaron a la donación de más de 60 millones de pesos, por parte del gobernador, a Espacio 2007, de Televisa. Nada cambió el parecer del ejecutivo y los dineros públicos quedaron en manos privadas. Pero también hay pequeños triunfos como la lucha en contra del placazo. A partir de la movilización de amplios sectores sociales (especialmente de la clase media), el gobernador decidió “echar pa’tras” una medida que no se justificaba.

Pero cada día es más difícil manifestarse y tener éxito en lo que se pretende. Las autoridades parecen no tener la intención de solucionar los conflictos. Si no cambia esta situación, pronto tendremos problemas más y más graves. Ahora bien, lo que se precisa es que la ciudadanía se movilice, que se informe y actúe. Sin estos requisitos, las autoridades (que no suelen representar los intereses de las mayorías) no se sensibilizarán ni tomarán en cuenta al pueblo. Por eso, para el próximo año, el 2008, se necesita que los ciudadanos en Jalisco se mueven, que hablen, que digan no y lo digan fuerte. Y así, seguramente, las cosas cambiarán. No todas, no todo, pero algo se modificará y eso será ya un éxito.

Artículo La Jornada Jalisco, 30/12/2007

2007

Jorge Gómez Naredo

2007 ha sido un año de engaños, ineficacia, hipocresía y cinismo por parte del gobierno federal. Felipe Calderón, quien llegó a la presidencia de la república a través de un fraude electoral y de una campaña de desprestigio en contra de Andrés Manuel López Obrador, seguramente considera un triunfo el haberse mantenido en el cargo y el haber pagado facturas a quienes lo apoyaron durante su campaña. Pero abajo, con la gente, en el pueblo, con la ciudadanía, el 2007 ha sido uno años más de esos que se denominan “perdidos”. Y peor aún, se auguran, para el 2008, tiempos de mayor carestía.

El presidente del empleo resultó ser una caricatura, una falacia, una chanza inefable, una engañifa, un embuste. No hay empleo y los que hay están mal pagados. Los salarios son míseros, ridículos, una afrenta para cientos de miles de personas que sobreviven con un ingreso mínimo, al cual, la Comisión Nacional de Salarios Mínimos ha otorgado el elocuente aumento de dos pesos. ¡Vaya cinismo!, ¡vaya ineficacia!, ¡vaya hipocresía!

La inflación se vive, se siente, se huele, por todas partes la observamos. Sin embargo, arriba, con los panistas neoliberales que se han incrustado en la administración pública, todo va bien: la economía es fuerte, sólida, se ha consolidado, ni las crisis externas surten efecto en ella. Pero, si así fueran las cosas, ¿por qué buena parte de la población mexicana carece de recursos para vivir dignamente?, ¿por qué no se ha detenido la preocupante migración a Estados Unidos de millones de mexicanos?, ¿por qué hay pobreza?, ¿por qué no hay dinero para el campo, la industria, la educación?, ¿por qué se sigue dependiendo de los ingresos del petróleo (que quieren, en lo conspicuo del absurdo, privatizar)?, ¿por qué todo indica que la economía mexicana va mal?, ¿por qué hay tanto y tanto desempleo? Lo único que se puede pensar es: ¡Vaya cinismo!, ¡vaya ineficacia!, ¡vaya hipocresía!

Las “reformas estructurales” son una especie de medidas encaminadas a pagar favores a quienes llevaron a Calderón y a muchos diputados y senadores a los puestos desde donde hoy dicen “gobernar”. Las modificaciones a la legislación electoral, que todavía no se han publicado en el Diario Oficial de la Federación, son enmiendas pequeñitas que no solucionan los graves y grandes conflictos de una supuesta democracia que no ha servido para que el pueblo esté mejor. En el campo de lo judicial, se busca aprobar una ley que prácticamente legaliza las violaciones a los derechos humanos (como lo hizo, de facto, la Suprema Corte de Justicia de la Nación al exonerar a Mario Marín). Y qué decir de lo que viene, de lo que se avecina: la reforma energética, que no es más que una nueva intentona de los “ricos muy ricos” del país y del mundo para comerse a pedazos (en opípara comilona) la industria petrolera mexicana. Eso ha significado el segundo gobierno panista en México: ¡Vaya cinismo!, ¡vaya ineficacia!, ¡vaya hipocresía!

2007 ha sido también un año de escándalos. ¿Cómo no recordar la telenovela de los dólares?, en la cual, el Secretario del Trabajo y Previsión Social, Javier Lozano Alarcón, se vio involucrado en el depósito de millones de dólares que, supuestamente, servirían para la campaña de Calderón o para desestabilizar un posible gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Claro, todo se solucionó con evasivas, con circunloquios, todo con mentiras. No se investigó nada y desde siempre, Lozano Alarcón resultó inocente y su acusador, Zhenli Ye Gon, culpable. De escándalo también son los altos grados de impunidad, como el caso de Vicente Fox y Martha Sahagún, que viven muy cómodos y muy tranquilos porque reciben, del actual gobierno panista, la protección necesaria: ¡Vaya cinismo!, ¡vaya ineficacia!, ¡vaya hipocresía!

Tabasco se inundó y con esto miles de familias perdieron todo, absolutamente todo. El gobierno de Felipe Calderón primero argumentó que había sido culpa de las lluvias, después del cambio climático y, por último, de la luna. La ineptitud se ocultó por todas partes. Pero también se encubrió que las crecidas en los ríos y los posteriores anegamientos habían sido culpa del mal manejo de las presas hidroeléctricas en Chiapas, y todo para que compañías privadas generaran más electricidad y tuvieran más ingresos. Los gobiernos pasaron de ser ineficaces a causantes de la tragedia. Pero nada pasó. La luna, sí, la luna fue la causante: ¡Vaya cinismo!, ¡vaya ineficacia!, ¡vaya hipocresía!

La administración federal que arribó al poder en diciembre de 2006 a través de un fraude electoral, a poco más de un año de haber entrado en funciones, solamente tiene asignaturas pendientes y una estrategia de propaganda rayana en el paroxismo. Vaya, hasta se deben dar las gracias: ha logrado tanto en tan poco tiempo. Sí, el objetivo es mostrar a la población, con miles de espots, un México alejado de la realidad, de la realidad de millones de mexicanos que a diario sufren injusticias, iniquidad, discriminación y lo único que tienen es falta de oportunidades. Por eso: ¡Vaya cinismo!, ¡vaya ineficacia!, ¡vaya hipocresía!