Artículo La Jornada Jalisco, 26/04/2008
El cinismo del “me vale madre”
I
La reunión de
II
A él le “vale madre” lo que digan sus gobernados. A muchos, demasiados de sus gobernados, sin embargo, no les “vale madre” lo que piense y haga su gobernador. Y no les “vale madre” porque de eso se trata la democracia, o de eso se debería tratar. La sociedad precisa estar enterada de lo que sucede en su entorno, de las decisiones que toman las personas que dicen representar a la población: es libre de pensar lo que le venga en gana, y ese pensamiento, por absurdo o certero que sea, debe ser respetado y atendido por la autoridad. Y cuando la gran mayoría está en desacuerdo con las acciones de un funcionario público, éste debe ser sensible a los reclamos.
III
A González Márquez le preocupa en demasía el hambre que puedan tener amplios sectores de la sociedad. Quizá no tanto los niños, pues a ellos, dice él, “la verdad, con una galleta de animalitos” se les mantiene alimentados. El problema son los papás que sufren por no tener qué comer. Pero hay gente mala que critica sus acciones, gente maquiavélica que nada más está esperando un error para lanzarse a la yugular: son los mismos tercos que no quieren que Jalisco avance, que no ven el progreso en las administraciones panistas. Por eso decide dejar muy en claro su mensaje: “digan lo que quieran (perdón, señor cardenal): ¡chinguen a su madre!” El verbo chingar, el gran aporte de la mexicanidad al castellano, es utilizado por González Márquez para decirles a los opositores, a los inconformes, que a él “le vale madre” lo que se piense de su gestión.
IV
Dicen, se rumora, que estaba ebrio, borracho, beodo. No importa. Él argumenta que le ganó la emoción, que el ímpetu y la alegría por haber donado más de 15 millones de pesos lo sobrepasaron, y cejaron su entendimiento. Tampoco importa. Aduce que fue soez, pero que el lenguaje utilizado jamás se lo enseñaron en su casa. No valen las disculpas. Lo verdaderamente significativo es la manera en que Emilio González Márquez entiende la democracia y la función de un mandatario.
V
La mancuerna entre los gobiernos civil y eclesiástico es visible en Jalisco, ambos se mezclan y se confunden: no hay divisiones. El cardenal Juan Sandoval Iñiguez (la autoridad “espiritual”) ordena y González Márquez (la “autoridad” civil) obedece. Y obedece porque la absolución es expedita: “Este cabrón [refiriéndose González Márquez a sí mismo], don Juan -¿dónde anda don Juan que no lo veo? -está todo muy oscuro-, ¡ahí está!-, ¿me absuelve de ésta también? Este cabrón lo único que quiere es que la gente en Jalisco ya no sufra por el hambre”. ¿Dónde se encuentra la división que, los liberales del siglo XIX, a sangre, lágrimas y fusiles, lograron establecer entre los gobiernos eclesiástico y civil?
VI
El cinismo es claro, pero no solamente el de González Márquez: éste forma parte del cinismo que ha construido raudamente el PAN. El “haiga sido como haiga sido” que pronunció Felipe Calderón cuando supo que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de
VII
Y la gente marchó: los jaliscienses se manifestaron. Lo hicieron en contra de Emilio González Márquez y su cinismo. Salieron a las calles el día de ayer: las avenidas Juárez y 16 de Septiembre se veían abarrotadas. El enojo ha crecido, es mucho, demasiado. En una sociedad acostumbrada a la apatía y al alejamiento de los temas políticos y sociales, una protesta (bastante concurrida) como la vivida ayer, representa un avance: un ir más allá, una esperanza para tener una democracia donde quien gobierne lo haga para todos y no para unos cuantos. Y así, los que recibieron la mentada de madre de González Márquez el miércoles pasado, le dicen al mandatario: aquí estamos, y no nos movemos, no nos moveremos.