domingo, febrero 25, 2007

Artículo La Jornada Jalisco 25/02/2007

El PAN, Jalisco y los derechos humanos

Jorge Gómez Naredo


Los gobiernos de derecha siempre han buscado, a través de todos los mecanismos posibles, minar los derechos humanos. Algunas veces lo hacen con argumentos leguleyos, otras tantas con la fuerza, la represión, la intimidación; la mayoría de las veces mezclan ambas formas. Francisco Ramírez Acuña, ex gobernador jalisciense y ahora Secretario de Gobernación, es el caso más representativo de este tipo de actuación. En Guadalajara, en mayo de 2004, detuvo indiscriminadamente y encarceló a decenas de jóvenes que habían cometido el peligroso delito de manifestarse; posteriormente buscó “legalizar” la intimidación a través de una policía secreta estatal y, por si esto fuera poco, no ha castigado, desde el puesto que hoy ocupa, a ninguno de los violadores a los derechos humanos que golpearon y asesinaron a ciudadanos oaxaqueños que protestaban, con todo derecho, en contra de un gobernador corrupto y torturador.

Los panistas, cuando se habla del respeto a los derechos humanos, experimentan un escozor en el estómago. Su discurso de “irrestricto” respeto a las leyes concluye cuando algún organismo defensor de los derechos humanos emite recomendaciones a una instancia gubernamental. El cardenal Juan Sandoval Íñiguez, eterno aliado de los gobiernos conservadores, continuamente realiza declaraciones en contra de los defensores de los derechos humanos. El miércoles pasado hizo la más reciente: “Mejor que investiguen a esa Comisión de Derechos Humanos que es un instituto inútil, que nomás anda persiguiendo a la gente buena”. Valdría la pena preguntar al purpurado quiénes son los ciudadanos que están considerados en el concepto de “gente buena”, y claro, quiénes se encuentran en el opuesto, en la “gente mala”. Éste el mismo maniqueísmo que, en las elecciones de julio de 2006, reputó a Andrés Manuel López Obrador de “peligro para México”, de “violento” y a Felipe Calderón y al PAN de “estabilidad” y de “pacíficos”.

Acción Nacional en Jalisco ha intentado por todos los medios posibles desprestigiar a la Comisión Estatal de los Derechos Humanos (CEDHJ) y, por ende, a la defensa de los derechos humanos universales. El gobernador interino, Gerardo Octavio Solís, instó a la Comisión a no ventilar en los medios de comunicación sus investigaciones, a “no hacer escarnio público”. Se olvida Solís que la ley de la CEDHJ, en el título primero, establece: “la Comisión Estatal de Derechos Humanos tiene como finalidad esencial la defensa, protección, estudio y divulgación de los derechos humanos”, además, en el artículo 7, se dice que sus funciones son “investigar, estudiar, analizar y determinar la existencia de violación a los derechos humanos por actos u omisiones de los servidores públicos, autoridades estatales o municipales”. ¿Por qué, entonces, no hacer públicas las investigaciones que realiza la Comisión? Por si esto no fuere poco, la Constitución mexicana decreta, en su artículo 6, que “el derecho a la información será garantizado por el Estado”.

La derecha panista ha buscado inocular en la población la imagen del partido blanquiazul como el único capaz de defender la “legalidad” y el “estado de derecho”, sin embargo, la incongruencia es clara, pues en sus gobiernos (locales, estatales o federal) han dejado de lado el respeto a los derechos humanos consagrados en la Constitución Mexicana. Al no poder derogar las leyes que los defienden, han optado por violarlos (como en Guadalajara, Lázaro Cárdenas, San Salvador Atenco y Oaxaca, por mencionar algunos casos) y, muy a su usanza, emprenden embestidas mediáticas en contra de todos aquellos que osen defenderlos. En el caso de Jalisco, Juan Sandoval Íñiguez (que, según el diputado local panista Gustavo González, en un arranque de sumisión, adujo que las opiniones del cardenal muestran “el sentir de muchos ciudadanos”) encabeza esta lucha mediática en contra de los derechos humanos, reputando a la CEDHJ como inútil.

El PAN, a partir de la consumación del fraude electoral en 2006, busca encabezar un régimen donde los avances democráticos y en la defensa de los derechos humanos, además de la soberanía popular, se vayan minando. Es tarea de la sociedad defender lo que, hace años, miles de mexicanos lograron con su sangre y sus lágrimas. No se puede bajar la guardia.

martes, febrero 13, 2007

Artículo La Jornada Jalisco 11/02/2007

La izquierda electoral en la encrucijada

Jorge Gómez Naredo
Si se busca en la sección “Biografías” de la página electrónica del Partido Acción Nacional, se encontrará la de Ana Rosa Payán Cervera. Aparece una fotografía de la ex-panista con un púdico vestido violeta, sentada en una silla de herrería; de fondo, un jardín grande, con flores, árboles y, muy al final, unas vidrieras de una casa que, según la apariencia, alberga muchos lujos. Se dice de Ana Rosa: “es hija de Alfonso Payán Flores y Aurora Cervera de Payán. Estudió Contaduría Pública”, ingresando al PAN en junio de 1983. Después vienen los muchos puestos de Payán en el Comité Directivo Estatal del PAN yucateco: Secretaría de Promoción Política de la Mujer, de Actas y Acuerdos y presidenta. Asimismo se enumeran los cargos en el Comité Ejecutivo Nacional (CEN): coordinadora de la campaña a la presidencia del CEN de Luis Felipe Bravo Mena, enlace entre el CEN y el equipo de transición de Vicente Fox en 2000, Secretaría de Acción gubernamental y varios empleos más. Se continúa con los “cargos públicos desempeñados”: diputada federal, presidente municipal de Mérida (en dos ocasiones), Directora Nacional del DIF bajo el gobierno de Vicente Fox, diputada local plurinominal en Yucatán y senadora. ¿Cuáles son, pues, los méritos que el PRD ve en Ana Rosa Payán para otorgarle la candidatura al gobierno de Yucatán?

Cuando fue directora del DIF, Payán Cervera se declaró en contra del aborto. En una declaración atrabancada, argumentó: “si una mujer puede abortar, ¿por qué no mata a los hijos vivos, pues les puede pegar un tiro y ya?” Muchas críticas recibió por su acendrado catolicismo y su intolerancia, por no analizar los conflictos desde una perspectiva más amplia y por cerrar el camino a discusiones como la posibilidad de legalizar el aborto en México. ¿Qué vio el PRD en ella?

En México el PRD, se supone, representa una izquierda. No es la única, hay muchas otras y son distintas en sus métodos y objetivos: ahí está el EZLN (aunque Marcos parezca, muchas veces, aliado de la derecha), las Organizaciones No Gubernamentales, la APPO, los macheteros de San Salvador Atenco, millones de ciudadanos en torno a la Convención Nacional Democrática y al gobierno legítimo encabezado por López Obrador; ahí están miles de hombres que, silenciosos, buscan y piensan en cambiar el país, en hacerlo más justo e igualitario, que tienen esperanzas para, por fin, un día vencer a la derecha irracional encabezada por Felipe Calderón. Hay muchas izquierdas, unas se unen, otras se separan, unas van por la vía pacífica, otras se están organizando por la armada. La pregunta ahora es simple, ¿por qué un partido de izquierda postula a una derechista como Ana Rosa Payán a la gubernatura de un estado?

En las anteriores elecciones federales el PRD tuvo un avance electoral impresionante. El logro no se debió al partido, sino al fenómeno López Obrador, a un líder carismático que logró despertar la esperanza de un futuro mejor en millones de ciudadanos. Este movimiento social se ha separado del sol azteca y tiene una lógica distinta. El PRD, por su parte, ha caído en el oportunismo y la mediocridad, y ello lo representa muy bien la posible postulación de Ana Rosa Payán al gobierno de Yucatán. El partido no ha querido entender que sin un trabajo de base, su viabilidad política no es halagüeña. ¿Hasta cuándo se darán cuenta el comité ejecutivo federal y los estatales del PRD que sin acercarse a la población, sin hacer trabajo de base, será muy difícil conquistar un mayor número de cargos de representación popular? Un partido de izquierda precisa llegar a la ciudadanía que no está de acuerdo con la política que se sigue, que carece de lo más indispensable, que sufre por la pobreza y la discriminación, por el racismo y la desigualdad. Hacerlo representa el verdadero reto de la izquierda electoral, pero eso no se puede hacer postulando, de manera oportunista, a panistas resentidos recién salidos o expulsados.

En México se necesita un partido de izquierda comprometido con los mexicanos que viven en la pobreza. Se precisan líderes congruentes, capaces de iniciar una transformación en el país. El PRD no puede seguir la lógica de recolectar todo lo que se expulsa en el PRI o el PAN. Si bien esta táctica funcionó en algunos casos, no se le puede apostar siempre, porque lo importante es el trabajo de base, llegar a la gente, convencer, politizar y concientizar a la población. Sin ello, el PRD continuará a la deriva, solamente rescatado por la fuerza y el empuje de un movimiento social coyuntural encabezado por López Obrador. Si se postula a Ana Rosa Payán quizá se obtenga un buen número de votos en Yucatán, pero se dejarán en el camino los restos de lo que pudo haber sido un partido de izquierda representativo para los mexicanos; se dejarán tirados, como muchas otras veces, pedazos de dignidad.

Artículo El Occidental 11/02/2007

Izquierda y PRD

Jorge Gómez Naredo


La izquierda electoral en México está representada, lo queramos o no, por el Partido de la Revolución Democrática. Sin embargo, este organismo político tiene grandes deficiencias, por lo cual no representa a la mayoría de los que coinciden con una ideología de izquierda y por ello muchos han optado por otras luchas que sí los convenzan; por ejemplo, algunos han decidido adherirse a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, formulada por las bases del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Otros han preferido la lucha a través de Organizaciones No Gubernamentales; algunos más han preferido apoyar a la Convención Nacional Democrática, a Andrés Manuel López Obrador y al gobierno legítimo que él encabeza, marcando muy bien la diferencia entre ser “lopezobradorista” y “perredista”.

El PRD ha tenido, a lo largo de su historia, serios problemas de congruencia. Por un lado enarbola principios de “izquierda”, pero, por el otro, sus dirigentes pactan “en lo oscurito” con representantes de la derecha. Las famosas”tribus” no logran ponerse de acuerdo en sus basamentos ideológicos y, mientras unas son más congruentes, otras están guiadas por el oportunismo, por “ganar” elecciones sin importar quién las gana, cómo y para qué. Ésta ha sido una constante en el PRD y los críticos de ello, con toda razón, realizan acerbos comentarios sobre el asunto. Por eso el partido del sol azteca no ha logrado tener una mayor representatividad en las cámaras de diputados, en gubernaturas y alcaldías. Solamente en las elecciones de julio de 2006 logró tener una mayor presencia en todos los niveles de gobierno, y eso no por la viabilidad de una opción “verdadera” de izquierda, sino porque la imagen, el fenómeno de López Obrador, así lo permitió. Este triunfo (un verdadero triunfo), hubiera sido completo si Felipe Calderón, el PAN, el IFE, Vicente Fox y empresarios corruptos no lo hubieran empañado con un fraude y una campaña electoral sucia y aberrante.

Un ejemplo que demuestra esta falta de congruencia es el caso de Ana Rosa Payán, posible candidata del PRD (en alianza con el PT y Convergencia) para la gubernatura de Yucatán. ¿Cómo es posible que una mujer, con probado pasado panista, yunquista y fascista, pueda encabezar la candidatura de un partido de izquierda? Todo el capital político que López Obrador dejó al PRD disminuirá si se acepta a este personaje de derecha para contender, bajo el cobijo del sol azteca, por el poder estatal en Yucatán. No es posible este tipo de alianzas antinatura, simple y llanamente porque los simpatizantes de izquierda no se lo merecen: es una negación de los principios en aras de un supuesto avance electoral en dicho estado dominado por el PAN y el PRI.

Al PRI y al PAN no se les puede criticar su oportunismo, pues estos organismos están carcomidos por la corrupción, la falta de principios y su único objetivo es obtener el poder sin beneficiar a la mayoría de los mexicanos: no le podemos pedir peras al olmo. Sin embargo, un partido de izquierda debe caracterizarse por su congruencia. Sus líderes y miembros deben tener como principio básico el beneficiar a la inmensa mayoría de los mexicanos y no el obtener posiciones políticas sin importar la ideología de quien es postulado.

Admitir la candidatura de Ana Rosa Payán nos demostraría que el PRD no ha aprendido la lección. ¿De qué sirvió que Juan Sabines ganara se hiciera del gobierno de Chiapas si nada más al ser ratificado por el Tribunal Electoral fue presto y domesticado a ver a Felipe Calderón, halagándolo hipócritamente? ¿Qué beneficios tuvo el PRD en Guerrero al llevar a la gubernatura a un empresario sin concordancia con los principios de izquierda? ¿De algo ha servido que el PRD Jalisco acoja, sin crítica y análisis, a priístas resentidos por no obtener las candidaturas en su partido?

El PRD necesita reestructurase. No puede continuar bajo la lógica del oportunismo y la violación a los principios básicos de un organismo político de izquierda. Ojalá el movimiento ciudadano en torno a López Obrador influya en la necesidad de tener un partido que realmente represente los intereses de todos aquellos que observan como, día a día, el país se viene abajo por los desvaríos y la irracionalidad de un gobierno de derecha, neoliberal y represor. Ojalá el PRD lo entienda, ojalá sea rápido y ojalá llegue, de verdad, a ser un partido de izquierda.

miércoles, febrero 07, 2007

Artículo La Jornada Jalisco 04/02/2007

La lucha continúa

Jorge Gómez Naredo

A casi siete meses del fraude electoral, muchos pensaban que el movimiento lopezobradorista se había desfondado y era cuestión de tiempo su aniquilamiento; apostaban a la falta de apoyo ciudadano, al hartazgo de la población en temas “políticos” y a los efectos del cerco informativo que consideró inexistente a uno de los movimientos sociales más importantes de los últimos cincuenta años. Sin embargo, el 31 de enero, en el zócalo capitalino, nuevamente se demostró lo contrario.

La manifestación multitudinaria del pasado miércoles fue polémica. Convocaron varias organizaciones sindicales, campesinas y el Frente Amplio Progresista (FAP). Cuando se supo que Andrés Manuel asistiría a la marcha y sería orador, el Congreso del Trabajo y la CTM desistieron de acudir a manifestarse en contra de los incrementos en los productos básicos. La mezquindad se comenzaba a observar en los líderes charros. Muchos “periodistas” acusaron a López Obrador de oportunista y de “adueñarse” de una manifestación obrera; arguyeron que lo hacía porque él ya no tenía poder de convocatoria y porque, si realizaba él solo la convocatoria para salir a las calles, quedaría en “ridículo” (según expresión del inefable Carlos Marín). Y llegó el 31 de enero.


La movilización de organismos campesinos y obreros fue mucho menos concurrida de lo esperado. El contingente que realmente llenó el zócalo en miércoles –día difícil para cualquier movilización– fue el que acompañaba a Andrés Manuel López Obrador. Otra vez, los que apuestan al derrumbe el movimiento lopezobradorista, se equivocaron. ¿Por qué? ¿Qué tiene dicho movimiento social que no ha podido ser destruido a pesar de los ataques mediáticos? ¿Por qué los sindicatos no pudieron llenar el zócalo capitalino cuando se manifestaban por causas justas y que afectan directamente a los obreros?


Los sindicatos atraviesan por una crisis, de ello no hay duda. La mayoría de los líderes sindicales son corruptos y no han podido encabezar un movimiento de gran envergadura que represente los intereses de los trabajadores. Los líderes sindicales no han podido independizarse del PRI y, además, han pactado con Acción Nacional y con el empresariado mexicano, lo cual les resta credibilidad ante las bases. Recordemos que la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos está integrada, según el artículo 123 constitucional, “por representantes de los trabajadores, de los patrones y del gobierno”, los cuales son los encargados de fijar los estipendios de los asalariados. ¿Por qué aceptaron los representantes obreros el incremento irrisorio de menos de dos pesos para el año 2007?, ¿a quién estaban representando cuando acordaron dicha alza salarial?


No cabe duda que los trabajadores, en la mayoría de los casos, no confían en sus líderes sindicales, que están prestos a pactar con los patrones y con el gobierno neoliberal del PAN. Entonces, ¿por qué habrían de seguirlos en esta manifestación si siempre, al final, termina todo en un acuerdo cupular, sin importar el sentir ni los intereses de las bases?


El movimiento que encabeza López Obrador, por su parte, es paradigmático. Ha logrado superar el nivel partidista y ello le da fuerza; si no fuera así, errores del PRD y el FAP como nombrar a Ana Rosa Payán (derechista e intolerante) candidata a la gubernatura de Yucatán, lo hubieran hundido. Asimismo, ha sido uno de los movimientos sociales que más ha resistido los embates mediáticos que lo estigmatizan y desprestigian. Por eso el 31 de enero en el zócalo capitalino la gente no iba a escuchar a sus líderes sindicales, sino que acudía a ahí para estar con su presidente legítimo.


El gobierno encabezado por Felipe Calderón es por naturaleza débil: no tiene legitimidad y su proyecto de nación (si es que posee eso), se reduce a seguir con la política económica que tanto daño le ha hecho al país. Su proclividad a solucionar los conflictos a través del tolete y la desinformación lo hace en demasía peligroso. Además, claro está, ha demostrado en dos meses su ineptitud: fracaso en la seguridad pública, en política exterior y en el control de los precisos de productos básicos. La oposición encabezada por Andrés Manuel López Obrador puede regresar a México los avances democráticos que fueron violentados por el fraude electoral cometido el julio de 2006. Pero para ello precisa unir y no dividir. Sin el apoyo de otros movimientos como el obrero, el campesino y las luchas que se dan en diversos estados de la república por motivos disímiles, no podrá crear una fuerza necesaria para recuperar la dignidad y la esperanza en un país más justo, democrático e igualitario. Dura tarea que tendrá que ser, sin duda, analizada no por las cúpulas, sino por las bases, porque ahí deben estar las virtudes de todo movimiento social: en el pueblo. Y hasta ahora la relación entre las bases y la cúpula en el lopezobradorista no se ha roto. Ojalá no pase eso, pues sin el pueblo, la batalla, desde ahora, está perdida.

Artículo El Occidental 4/02/2007

El regreso a la realidad: AMLO y un movimiento social en ascenso

Jorge Gómez Naredo

El 31 de enero el gobierno federal recibió un duro golpe: miles de manifestantes se reunieron en el zócalo capitalino para protestar contra el incremento en los precios de productos básicos y escuchar a su presidente legítimo, Andrés Manuel López Obrador. De nada sirvió el cerco informativo, la mezquindad de los sindicatos y las descalificaciones de muchos panistas y no menos “periodistas” para inocular en la población la idea de que López Obrador había aprovechado la manifestación convocada por varias centrales obreras porque simple y llanamente no tenía poder de convocatoria. Los contingentes obreros no fueron muchos y la mayoría se quedó esperando dos horas para escuchar a Andrés Manuel López Obrador, desobedeciendo las órdenes de sus líderes charros para desocupar el zócalo inmediatamente después de concluido su acto de protesta. El contingente de lopezobradoristas llenó la mítica plaza de la ciudad de México en miércoles, día difícil para cualquier manifestación. En Los Pinos, el usurpador Felipe Calderón seguramente seguía las noticias y los informes de los infiltrados en la marcha.

Esta manifestación demostró la fuerza y viveza que guarda la presidencia legítima de México. No ha funcionado, como lo esperaban los panistas, el hacer invisible en los medios de comunicación a millones de mexicanos que están en contra de Felipe Calderón; tampoco ha tenido efecto la estrategia de miedo (encabezada por Francisco Ramírez Acuña), con la cual se reprime en Oaxaca para que entienda todo México, en especial los seguidores de López Obrador. Incluso la censura impuesta (a través de RTC) a los programas que por ley le corresponden al PRD, tampoco han podido desmoralizar y sí, en cambio, han molestado e irritado a muchos más mexicanos.

Aunque en la televisión no se diga nada sobre el movimiento que encabeza López Obrador, aunque los presentadores y seudo periodistas de medios electrónico un día sí y el otro también ataquen al ex jefe del Distrito Federal, muchos mexicanos se han organizado y han tomado conciencia de la ineptitud de Felipe Calderón al frente del gobierno federal. Y por si esto fuera poco, las declaraciones en Europa de quien se hacía llamar el “presidente del empleo” no hicieron más que tensar las relaciones del país con América Latina. Todo ello en tan solo 66 días de gobierno. ¿Qué sigue?


La manifestación del 31 de enero en la ciudad de México tuvo eco al menos en diez estados más de la República Mexicana. En Guadalajara la hubo protesta, al igual que en Puebla, Hermosillo, Saltillo y Monterrey, ciudades, donde se decía, AMLO no tenía apoyo. Han sido siete meses de guerra mediática, de declaración inexistencia a uno de los movimientos sociales más importantes de los últimos años y, aún con ese bozal impuesto (o autoimpuesto) a los medios de comunicación, la gente busca información, discute, sale a las calles y apoya a López Obrador.


Felipe Calderón está condenado al fracaso simple y llanamente porque llegó a la presidencia a través de una guerra sucia y un fraude electoral. Su gabinete está compuesto por tecnócratas y torturadores que nunca han sido castigados por corrupción o violación a los derechos humanos y a las garantías constitucionales (Ramírez Acuña debería, hoy, estar en la cárcel). Un gobierno así, falto de legitimidad y proclive a instaurar un régimen de terror, no podrá mantenerse mucho tiempo si la sociedad, en su mayoría, se manifiesta. Y lo está comenzando a hacer, porque observa y siente en sus bolsillos, porque la inflación es cada día mayor (aunque el Banco de México lo niegue) y porque el gobierno no los representa.


En Los Pinos tienen miedo..., pavor de las manifestaciones, de un programa televisivo de media hora a la una de la mañana los martes que tiene una audiencia de más de un millón de mexicanos. Tienen miedo porque simple y llanamente son unos usurpadores que se adueñaron de algo que no les pertenecía, y cuando el pueblo reclama lo que es suyo, no hay duda, es imposible no tener miedo.

jueves, febrero 01, 2007

Marcha del 31 de enero de 2007: ahí vamos (1)

La marcha en contra del incremento a los productos básicos (tortilla, frijol, huevo...) fue convocada por organizaciones sindicales y por Andrés Manuel López Obrador. Hubo polémica porque los “periodistas” de la derecha dijeron y argumentaron que AMLO se había “subido” en la protesta y había aprovechado el llamado a manifestarse para no quedar en ridículo en una concentración pequeña, con pocos simpatizantes. Pero como siempre, las cosas les salieron mal a esos que no rebuznan porque Dios es grande. La marcha fue un éxito no por el llamado de los sindicatos, sino porque la gente se congregó entorno a Andrés Manuel López Obrador. En un mitin a las siete de la noche (dos horas después de concluido el de los sindicatos), AMLO fue escuchado por más gente que la congregada por los sindicatos y, se demostró, que las personas ahí presentes iban porque querían ver y saber qué diría López Obrador.

Es triste que el movimiento obrero esté tan de capa caída. La culpa la tienen los líderes charros, quienes no tienen nada de credibilidad y no poseen una pizca de congruencia. En cambio, el movimiento lopezobradorista está más vivo que nunca. Recordemos que la marcha fue un miércoles, cuando la gente está trabajando. Es un logro la concentración que hubo y ello demuestra a los “periodistas” de la derecha que a pesar del cerco informativo, de las descalificaciones y las mentiras, la organización se da y la lucha continúa, porque mucha gente tiene cifradas sus esperanzas en el gobierno legítimo que encabeza López Obrador. Así que nada de muerte ni de desinfle, la gente sale a las calles y se manifiesta y ahí vamos, ahí estamos, ahí seguimos. Por otro lado, ¿cuándo habrá en México un movimiento obrero fuerte, que no obedezca su élite a los designios de los poderosos, del empresariado y el gobierno?, ¿cuándo? Hace mucha falta.
Ahí van varias fotos...


La gente, ah, la gente.


El maíz sube y la gente se indigna.


La manifestación fue nutrida.


López Obrador rodeado de sus seguidores.


Y el sol como testigo.



Imágenes de López Obrador por doquiere, muchas, muchas, muchas.


El ángel de la independencia, atrás, mirando, observando al pueblo mexicano.


Los seguidores...


Las generaciones unidas en pos de un objetivo.


Como en la Revolución, ¿no?

Marcha del 31 de enero de 2007: ahí vamos (2)

Más fotos:

El zócalo cuando terminaba el mitin de las organizaciones sindicales.


El amor al líder.


Madero, nuevamente, llena de miradas.


¿Y Pancho Villa, dónde está? Tanta falta que nos hace... (A leer el libro de "Pancho Villa" de Paco Ignacio Taibo II: no tiene madre -en buen español mexicano, está chingonsísimo-).


Hasta los policías tomaban fotos a López Obrador. ¿No que no hay apoyo?



La gente indignada por las mentiras de la derecha. Mucha gente que votó por Calderón ahí estaba, en el zócalo, con AMLO.

Los hoteles de lujo, con granaderos. ¿Cuánto miedo tienen?


El Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), aguerrido, como siempre.


Madero desde una ventana, cuando los ríos de gente marchan hacia el zócalo.


Madero, ¿cuántos pasos, cuántas miradas, cuántas gargantas?

Marcha del 31 de enero de 2007: ahí vamos (3)

Y más fotos...


AMLO en el zócalo, a la hora del discurso.


Una frase resume la situación económica de México: "Demos de comer a quienes nos dan de comer".


Las luces, la gente, las luces, la gente...


Todos atentos, todos escuchando.



AMLO y Encinas.


El presidente legítimo manifestándose con el pueblo.


Encinas y AMLO saludando.


Tantas cámaras tomando fotos; ¿cuándo Calderón tendrá un zócalo lleno escuchándolo atentamente, cuándo? El espurio no llena ni una placita pueblerina, es más, no llena ni un auditorio de primaria...


Ahí vamos, ahí estamos, ahí seguimos, llenos de energía.