martes, febrero 13, 2007

Artículo El Occidental 11/02/2007

Izquierda y PRD

Jorge Gómez Naredo


La izquierda electoral en México está representada, lo queramos o no, por el Partido de la Revolución Democrática. Sin embargo, este organismo político tiene grandes deficiencias, por lo cual no representa a la mayoría de los que coinciden con una ideología de izquierda y por ello muchos han optado por otras luchas que sí los convenzan; por ejemplo, algunos han decidido adherirse a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, formulada por las bases del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Otros han preferido la lucha a través de Organizaciones No Gubernamentales; algunos más han preferido apoyar a la Convención Nacional Democrática, a Andrés Manuel López Obrador y al gobierno legítimo que él encabeza, marcando muy bien la diferencia entre ser “lopezobradorista” y “perredista”.

El PRD ha tenido, a lo largo de su historia, serios problemas de congruencia. Por un lado enarbola principios de “izquierda”, pero, por el otro, sus dirigentes pactan “en lo oscurito” con representantes de la derecha. Las famosas”tribus” no logran ponerse de acuerdo en sus basamentos ideológicos y, mientras unas son más congruentes, otras están guiadas por el oportunismo, por “ganar” elecciones sin importar quién las gana, cómo y para qué. Ésta ha sido una constante en el PRD y los críticos de ello, con toda razón, realizan acerbos comentarios sobre el asunto. Por eso el partido del sol azteca no ha logrado tener una mayor representatividad en las cámaras de diputados, en gubernaturas y alcaldías. Solamente en las elecciones de julio de 2006 logró tener una mayor presencia en todos los niveles de gobierno, y eso no por la viabilidad de una opción “verdadera” de izquierda, sino porque la imagen, el fenómeno de López Obrador, así lo permitió. Este triunfo (un verdadero triunfo), hubiera sido completo si Felipe Calderón, el PAN, el IFE, Vicente Fox y empresarios corruptos no lo hubieran empañado con un fraude y una campaña electoral sucia y aberrante.

Un ejemplo que demuestra esta falta de congruencia es el caso de Ana Rosa Payán, posible candidata del PRD (en alianza con el PT y Convergencia) para la gubernatura de Yucatán. ¿Cómo es posible que una mujer, con probado pasado panista, yunquista y fascista, pueda encabezar la candidatura de un partido de izquierda? Todo el capital político que López Obrador dejó al PRD disminuirá si se acepta a este personaje de derecha para contender, bajo el cobijo del sol azteca, por el poder estatal en Yucatán. No es posible este tipo de alianzas antinatura, simple y llanamente porque los simpatizantes de izquierda no se lo merecen: es una negación de los principios en aras de un supuesto avance electoral en dicho estado dominado por el PAN y el PRI.

Al PRI y al PAN no se les puede criticar su oportunismo, pues estos organismos están carcomidos por la corrupción, la falta de principios y su único objetivo es obtener el poder sin beneficiar a la mayoría de los mexicanos: no le podemos pedir peras al olmo. Sin embargo, un partido de izquierda debe caracterizarse por su congruencia. Sus líderes y miembros deben tener como principio básico el beneficiar a la inmensa mayoría de los mexicanos y no el obtener posiciones políticas sin importar la ideología de quien es postulado.

Admitir la candidatura de Ana Rosa Payán nos demostraría que el PRD no ha aprendido la lección. ¿De qué sirvió que Juan Sabines ganara se hiciera del gobierno de Chiapas si nada más al ser ratificado por el Tribunal Electoral fue presto y domesticado a ver a Felipe Calderón, halagándolo hipócritamente? ¿Qué beneficios tuvo el PRD en Guerrero al llevar a la gubernatura a un empresario sin concordancia con los principios de izquierda? ¿De algo ha servido que el PRD Jalisco acoja, sin crítica y análisis, a priístas resentidos por no obtener las candidaturas en su partido?

El PRD necesita reestructurase. No puede continuar bajo la lógica del oportunismo y la violación a los principios básicos de un organismo político de izquierda. Ojalá el movimiento ciudadano en torno a López Obrador influya en la necesidad de tener un partido que realmente represente los intereses de todos aquellos que observan como, día a día, el país se viene abajo por los desvaríos y la irracionalidad de un gobierno de derecha, neoliberal y represor. Ojalá el PRD lo entienda, ojalá sea rápido y ojalá llegue, de verdad, a ser un partido de izquierda.