miércoles, marzo 12, 2008

Artículo El Occidental, 10/03/2008

Conflictos latinoamericanos y la UNAM

Jorge Gómez Naredo

El sábado 1° de marzo Colombia bombardeó territorio ecuatoriano e incursionó en él. El pretexto: darle un duro golpe a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Mató a decenas guerrilleros. No se avisó a las autoridades ecuatorianas del operativo. Es decir, fue una invasión y una violación a la soberanía de Ecuador.

En un primer momento, el gobierno colombiano encabezado por Álvaro Uribe ofreció disculpas, pero las disculpas fueron acompañadas rápidamente de reproches a Rafael Correa, presidente de Ecuador, por supuestos vínculos del gobierno ecuatoriano con las FARC, ya que, adujo el gobierno colombiano, se había encontrado una computadora con documentos que demostraban relaciones entre el grupo guerrillero y los presidentes de Ecuador y Venezuela.

Estos documentos no se han dado a conocer, solamente se han mencionado sus contenidos. Sin embargo, resulta absurdo pensar que en un bombardeo, que mató a decenas de personas, se haya encontrado una computadora sin daño alguno. Los miembros de las FARC, además, no son personas ingenuas, saben que en cualquier momento pueden ser emboscados y dejar en una computadora documentos tan comprometedores resulta una hipótesis bastante pueril.

Después de la incursión colombiana en territorio ecuatoriano, las declaraciones de los países involucrados han subido de tono. Ecuador y Venezuela han roto relaciones diplomáticas con Colombia. Álvaro Uribe ha reaccionado con ira y busca relacionar por todos los medios posibles a Rafael Correa y a Hugo Chávez con las FARC.

El problema de fondo, sin embargo, es la invasión que sufrió Ecuador. Se violó su soberanía y permitir eso significa que no se respetan los acuerdos internacionales y que un país puede, arguyendo cualquier pretexto, invadir a otro. Esto es en demasía peligroso. La mano de Estados Unidos se observa claramente en la invasión colombiana en territorio ecuatoriano, pues los estadounidenses buscan desestabilizar a los gobiernos progresistas de América Latina (en especial a Venezuela) y el gobierno colombiano, encabezado por Álvaro Uribe, funge como punta de lanza.

En México también ha afacetado los suceso acaecidos el pasado 1° de marzo en territorio ecuatoriano. Varios estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se encontraban en el campamento de las FARC que fue bombardeado por Colombia. Hasta ahora no se ha confirmado cuántos mexicanos murieron. Lucía Morett, sobreviviente de los bombardeos colombianos, ha mencionado que ella y varios mexicanos realizaban una investigación sobre las FARC, algo muy común en el medio de las ciencias sociales, pues éstas estudian movimientos sociales sean pacíficos o no.

Pero buena parte de la prensa mexicana ha malinterpretado y manipulado los hechos y se ha atacado a la UNAM y a las carreras relacionadas con el estudio de la sociedad y su organización. En varios diarios de circulación nacional se ha dicho que en la UNAM hay células de las FARC. Llega incluso a tal el paroxismo de estos “analistas políticos” y “periodistas” que, uno de ellos, Carlos Mota, escribió: “Los numerosos ejemplos de estudiantes de esas facultades [Ciencias Políticas y Sociales y Filosofía y Letras], empezando por El Mosh y aderezado esta semana por Lucía Andrea Morett Álvarez —la estudiante mexicana herida en el campamento de las FARC en Ecuador—, deberían merecernos reflexiones serias sobre los programas académicos, las habilidades conceptuales y -en todo caso-, el adoctrinamiento de que son sujetos algunos jóvenes en esas aulas”.

La intención es clara: desprestigiar a la UNAM y a las carreras en ciencias sociales. El coro es simple: “todo el que estudia en la UNAM una licenciatura en humanidades es un posible guerrillero”. No cabe duda que la derecha, acompañada siempre de los periodistas obtusos, obcecados y sumisos, quieren nuevamente desprestigiar la educación pública. Pero no lo van a lograr, porque la UNAM es la mejor universidad de Iberoamérica y porque, dicha institución, en las áreas humanas y sociales, está entre las mejores 20 del mundo. Y eso nadie, ni los merolicos que buscan desinformar a la población, lo pueden negar.

Artículo La Jornada Jalisco, 9/03/2008

El PRD Jalisco

Jorge Gómez Naredo

En Jalisco, la izquierda partidista tiene muy poco de izquierda. El Partido de la Revolución Democrática (PRD) a nivel estatal se vislumbra sin pies ni cabeza ni ideología: muchos de sus miembros buscan obtener puestos públicos para, desde ahí, continuar escalando sin mirar hacia lo más importante: los ciudadanos. Varios “líderes” del PRD Jalisco poco hacen por entender la complejidad de los problemas sociales. Se pacta sin tomar en cuanta lo que se piensa abajo, ahí donde está la gente humilde, donde habita la carestía, la pobreza y la injusticia.

En la declaración de principios del PRD se lee claramente: “El Partido de la Revolución Democrática se propone recoger las aspiraciones, intereses y demandas de la ciudadanía, en especial de quienes sufren la explotación, la opresión y la injusticia. Se compromete con las mejores causas del pueblo, de la Nación y sus regiones, para construir una sociedad justa, igualitaria y democrática que tienda a suprimir la explotación del hombre por el hombre”. ¿El PRD en Jalisco cumple con estos principios?

A diario en la entidad se cometen incontables injusticias: hay desempleo, falta de oportunidades, sueldos míseros, pobreza, gente que vaga por las calles sin comer, sin tener sustento, poseyendo nada. Hay racismo y discriminación; una zona metropolitana que poco a poco se vuelve más insoportable para habitar; se edifican grandes pasos a desnivel pero no se mejora el sistema de transporte público, el cual es caro y deficiente; hay desazón, irritación y enojo de buena parte de la sociedad, ¿y el PRD, dónde está?

La gente sale a las calles (no mucha, claro está), se manifiesta, grita y trata de expresarse, y pocas veces el PRD está ahí, escuchando. Es escaso el trabajo de base, de estar en contacto con el pueblo. Poco se informa y poco se trata de concientizar a la población de las injusticias que se viven a diario. Todo se soluciona desde arriba, en los grandes salones de las oficinas gubernamentales o en los restaurantes “finos”, “de moda” y renombre. ¿Y el contacto con la gente?

Las elecciones para elegir al próximo presidente del Comité Ejecutivo Estatal del PRD se celebrarán el próximo domingo. Y parece ser que la dinámica, gane quien gane, continuará igual. ¿Por qué no se plantea un partido verdaderamente de izquierda?, ¿por qué no se reflexiona sobre los problemas que aquejan a la sociedad?, ¿por qué no se debate el papel de la izquierda partidista en la entidad?

Hace algunos días el niño Miguel Ángel López Rocha cayó al río Santiago; se intoxicó de arsénico y semanas después feneció. Era pobre, vivía con su familia pobre y habitaba una colonia poblada por gente pobre. Es decir, era producto de la injusticia que se vive en Jalisco y que tiene responsables. Se supondría que el PRD debería haber alzado la voz, sensibilizarse, estar con las causas de los que tienen poco o carecen de todo. Pero no sucedió. No hubo apoyo y se hizo nada por castigar a los culpables de la muerte de Miguel Ángel.

Jalisco necesita un partido de izquierda, pero no una izquierda hecha a la medida de la derecha, sino una izquierda que se interese por los conflictos y la problemática de las mayorías. Que esté abajo, con el pueblo, siempre al tanto de lo que sucede. Que sea más importante la junta con la comunidad que no tiene agua o a la cual se le violaron sus derechos humanos que la reunión (con opípara comida incluida) con el gobernador o con el empresariado. El PRD en Jalisco necesita estar con la gente, no con la intención de ganar más votos, sino con la mira puesta en mejorar la situación económica de millones de personas: lo esencial es hacer de Jalisco un estado más justo e igualitario, donde la derecha deje de gobernar y de cometer las atrocidades que a diario realiza.

Quizá una utopía, un sueño. Quizá. Pero con el PRD o sin el PRD, la sociedad necesita organizarse y manifestarse. Y es ahí donde radica lo más importante. Porque, como alguna vez lo dijo la senadora doña Rosario Ibarra de Piedra, para que México cambie se necesita “pueblo, pueblo, pueblo y más pueblo”. Y si el PRD no quiere estar con el pueblo, allá ellos. Y si el PRD se perpetúa como un organismo político supeditado al gobierno en turno y se olvida de ser oposición, allá ellos; y si en el PRD se hacen fraudes electorales internos y sus líderes más parecen empresarios que luchadores sociales, allá ellos; y si el PRD no apoya la organización de la sociedad y, al contrario, la obstaculiza, allá ellos; y si el PRD en Jalisco olvida esos párrafos que se mencionan en sus principios: “El PRD se asume como un partido de izquierda”, allá ellos. Ojalá algún día, en Jalisco, se tenga un partido de izquierda. De verdadera y legítima izquierda. Ojalá.

lunes, marzo 03, 2008

Artículo El Occidenta, 02/02/2008

La izquierda obediente y los medios de comunicación

Jorge Gómez Naredo

La izquierda en México debe ser tolerante, bien portada, plural, digna de encomio, sin corrupción, sin rémora alguna, dócil, respetuosa y disciplinada. Precisa tener alto grado de transigencia, sin olvidar el respeto y las actitudes reflexivas. Necesita ser paciente y no tratar de tomar el poder cuando no le corresponde, cuando no es su tiempo. Si pierde, sea de la manera que sea, con fraude o sin fraude, debe entender que perdió, que las instituciones son las instituciones y se respetan.

No beneficia nada a la izquierda un líder congruente, que a pesar de sus errores, piensa en el bien del pueblo y tiene la experiencia exitosa de gobernar la ciudad más grande del país y una de las más pobladas del mundo. La izquierda precisa allegarse gente perdedora, presta a pactar con quien sea para obtener posiciones de poder. No ayuda a la izquierda movilizaciones, marchas, mítines y plantones; tampoco el interés de tener un pueblo cada día más politizado, más consciente y más lleno de energías para cambiar el rumbo del país, para hacer de México una nación más justa, más equitativa e igualitaria.

La izquierda debe ser institucional y precisa llevarse bien con todos: con los medios de comunicación, con los patrones, con los empresarios, con quienes explotan al pueblo y mantienen míseros salarios para los obreros. Y por supuesto, la izquierda debe pactar, apoyar el diálogo, negociar con quienes han cometidos fraudes y son por antonomasia corruptos.

El domingo 23 de febrero, en una concentración a las afueras de las oficinas centrales de Petróleos Mexicanos (PEMEX), hubo dos altercados que, en sí, son reprobables, pero que también son entendibles: no más de diez personas increparon a Carlos Navarrete, coordinador de los senadores del PRD. Hubo algunos empujones y el legislador perredista tuvo que retirarse del lugar. También el coordinador de los diputados del Sol Azteca, Javier González Garza, fue abucheado. El mitin fue para exigirle al gobierno de Felipe Calderón que no privatice la industria eléctrica mexicana. López Orador entregó a los diputados del Frente Amplio Progresista (formado por el PRD, el PT y Convergencia) documentos que prueban que Juan Camilo Mouriño, durante su paso por la Cámara de Diputados y por la Secretaría de Energía (cuando era titular de ésta Calderón), benefició con jugosos contratos a empresas donde sus familiares y él mismo tienen intereses.

Estas denuncias no fueron noticia. Los medios de comunicación fijaron su atención en los abucheos a González Garza y en las increpaciones a Navarrete. Lincharon a los seguidores de López Obrador: “violentos”, “intolerantes”, “locos”, “desenfrenados”, “fanáticos”, obcecados”, tercos”, peligrosos”. Muchos conductores de televisión y “analistas” estaban esperando un pequeño pretexto para decir que el movimiento encabezado por López Obrador es violento e intolerante. Y lo encontraron.

En cualquier país democrático, la denuncia que hiciera el “presidente legítimo” de México debería conducir, raudamente, al cese de la persona señalada. Pero nada ha pasado. Los medios de comunicación se empecinan en decir que las “huestes lopezobradoristas” enardecidas casi matan a Navarrete y poco han abordado el delicado tema de tener un Secretario de Gobernación corrupto que beneficia a su familia desde los puestos que ha ocupado en la administración pública.

Es la forma de gobernar de la actual administración federal: busca desviar la atención de los temas verdaderamente importantes. Y muchos medios de comunicación le sirven como punta de lanza. La intención es que, al interior del PRD, gane la corriente bien portada, tolerante, plural y claro, perdedora. Lo que no han comprendido es que el movimiento liderado por el ex jefe de gobierno del Distrito Federal, desde hace mucho tiempo, superó al PRD y, también, superó al mismo López Obrador. No lo han entendido y no lo quieren comprender. Allá ellos.

Artículo La Jornada Jalisco, 02/03/2008

El río inocente

Jorge Gómez Naredo

En el caso de la muerte del niño Miguel Ángel López Rocha todo se ha vuelto confuso. O más bien, todo lo han vuelto confuso. Que sí, que no, que quizá, que quién sabe. La estrategia por parte del gobierno estatal ha funcionado: hacer declaraciones contradictorias, negar responsabilidades, repartir culpas y apoyarse en documentos científicos cuando sus intereses así lo requieren. Las autoridades buscan absolver al río Santiago: sí, está contaminado, pero solamente un poco, no lo suficiente como para matar con sus fétidas aguas a un niño. Con este argumento también quedan exculpadas las autoridades que no han actuado para sanear el río e impedir la edificación de viviendas en zonas altamente contaminadas.

Las declaraciones han variado y también se han transformado las actitudes, siempre con una línea bien delineada: ir desapareciendo evidencias para que las autoridades no resulten implicadas en la muerte del menor. El 12 de febrero de 2008, en un boletín de prensa de la Secretaría de Salud Jalisco, se mencionó que “Intoxicación por arsénico es el diagnóstico al que se llegó tras recibirse (sic) los resultados de los estudios practicados tanto en sangre como en orina al menor Miguel Ángel López Rocha”. Además, se adujo que “el tóxico ingresó al organismo por la vía oral”. Unas semanas después, el Secretario de Salud, Alfonso Gutiérrez Carranza, en una rueda de prensa para dar a conocer otros análisis hechos en un laboratorio (que pertenece a una empresa mexicana) en Estados Unidos, arguyó que el arsénico detectado en un principio desapareció. Confusión y más confusión. Misterio y más misterio.

Dos días después de las declaraciones de Gutiérrez Carranza en que dio a conocer los análisis del laboratorio mexicano ubicado en Texas, el Instituto de Ciencias Forenses anunció los resultados de la autopsia: “indican que las concentraciones [de metales pesados] corresponden a valores normales y compatibles con la vida”. Es decir, Miguel Ángel López Rocha no murió por haber tenido en su organismo arsénico.

Raudo y veloz Emilio González Márquez se basó en los resultados de la autopsia y arguyó que el menor “murió por una infección generalizada […] los expertos, los científicos, han dicho que es una infección generalizada y, bueno, pues sobre ese dictamen [se] tendrá que seguir la investigación que la Procuraduría está llevando a cabo”. La intención es evadir responsabilidades: se absuelve al río; la intoxicación por arsénico no existió y, en caso de que se haya dado, no se le puede relacionar con las aguas del Santiago. Las autoridades, por supuesto, son inocentes.

Voces como las de Mario Rivas Souza han sido acalladas o minimizadas. El mismo día en que se anunciaron los resultado de la autopsia, el reconocido forense adujo: “Yo pienso lo siguiente: es una interpretación también muy particular mía porque ya ven que soy medio cáustico para esas cosas. La criatura andaba jugando, la criatura se cayó o la aventaron los demás chiquillos, entonces al caer la criatura tuvo una pérdida pasajera del conocimiento y al tener la pérdida pasajera del conocimiento penetró el agua al parénquima pulmonar, a los riñones, al estómago y esto ocasionó que sobreviniera la muerte de la criatura”. Y añadió: “la criatura cayó al agua [del río Santiago], para que nos hacemos pendejos”.

Los primeros análisis que indicaban alta concentración de arsénico en el cuerpo del niño se perdieron, no están, por error se tiraron a la basura, se traspapelaron, nadie sabe su paradero, no se “guardaron bien”. ¡Vaya casualidades! Resulta bastante extraño que documentos tan importantes se hayan extraviado. Todos hospitales guardan expedientes de cada paciente y son muy difíciles de perder. Y más cuando los medios de comunicación, como en este caso, estaban al pendiente del niño y de la causa de su muerte. ¿Será que el doctor Rivas Souza tiene razón y nos estamos haciendo “pendejos”?

Se ha sembrado la duda. Parece ser que esa fue la intención para evadir responsabilidad, para evitar que se culpe al gobierno por no haber saneado las aguas del río Santiago, para que se olvide que fueron las autoridades quienes permitieron que en los alrededores de las contaminadas aguas se edificaran colonias populares pletóricas de marginación y carencias: habitadas por pobres que no valen ni siquiera un poco de salud. La Procuraduría estatal ya investiga el caso: Tomás Coronado Olmos, personaje acusado de pederastia, será quien decida quién mató al menor. Y su falló será limpio, tan limpio como las aguas del río Santiago.