sábado, marzo 17, 2007

Regresando a la ciudad donde nací

Camilo Ná
Uno regresa al lugar donde nació y como que no es la mismo, algo cambia, o todo, o quizá sea uno quien se transmuta. Vaya usted a saber. ¿Alguna vez ha regresado a la ciudad que no ve desde tiempo atrás? Dicen que las ciudades cambian, que se transforman: una calle se amplía, un edificio se levanta, alguno más se quema y los bomberos y protección civil y los ingenieros dicen: “a tumbarlo”, y se tumba así nomás, y caen las piedras y cuando uno llega se dice: “ah cary, acá como que algo cambió”. Las ciudades cambian, de eso no hay duda. Y uno, ¿también cambia? Claro. Me veo al espejo y las patas de gallo están marcadas más fuertemente; la voz también sufre variaciones, más cuando los cigarrillos en la boca no se cansan de seguir prendidos. Unos kilos de más, el cabello más largo, pero menos abundante; y claro, la experiencia no es la misma, aunque a veces pienso que, en mi caso, sigo siendo el mismo ingenuo que cree en los cuentos de hadas y en las flores que triunfarán sobre los tanques. El caso es que regresé a una ciudad que me parece, hoy más que nunca, ignota. Tiene algo conocido, pero en términos generales, la desconozco, o me desconoce, vaya usted a saber.