Artículo La Jornada Jalisco 01/10/2006
Oaxaca: ¿espejo de un México inmediato?
Jorge Gómez Naredo
Oaxaca está en pie de lucha y México se comienza a vislumbrar ahí. Las semejanzas son muchas: Ulises Ruiz llegó al poder, como pretende hacerlo Felipe Calderón, a través de una elección cuestionada, con claras pruebas de fraude y una amplia inconformidad ciudadana. La molestia parecía amainar, los medios de comunicación decretaron “todo está bien” e hicieron del disgusto popular un mito irreal e inexistente. Los empresarios cercanos al PRI de Oaxaca demeritaron cualquier disensión como locura y el gobernador espurio llegó hablando de conciliación y mano dura.
En un estado o país donde la inconformidad es amplia durante un proceso electoral, cualquier descontento posterior fácilmente puede engendrar un estallido social, simple y llanamente porque los representantes populares carecen de toda legitimidad. Eso es lo peor que le puede pasar a un gobierno y así le sucedió a Ulises Ruiz. Un problema magisterial creció tan rápido que, poco tiempo después fue rebasado por la población disconforme con el fraude. No hubo ni hay paso atrás: “o se va Ulises o se va”.
Una posible solución al conflicto hubiera podido venir del gobierno federal. Sin embargo, Vicente Fox y el PAN estaban tan sumergidos en la campaña electoral y en la guerra sucia, que no vieron con malos ojos la inestabilidad en Oaxaca, pues así le quitaban votos a Madrazo. Pasaron las elecciones, hubo fraude y para legitimar a su dizque presidente electo, buscan todo el apoyo del PRI. También les interesa tener mayoría en el congreso y, con ello, privatizar los recursos energéticos del país. Para lograrlo precisan el apoyo del otrora partido oficial.
La cúpula política del PAN y del PRI no entienden la magnitud de un movimiento social como el de Oaxaca: para ellos todo se soluciona con “negociaciones” y compra de líderes. Los tiempos y arreglos de las cúpulas dependen de la necesidad inmediata: ahora buscan apoyo para las “reformas” del Estado y para su dizque presidente electo; ésa es la tarea fundamental. A ellos no les importa si el pueblo sufre, si la situación económica de los de abajo es cada vez peor. Lo que ellos hacen es “política” desde arriba y para arriba, jamás para abajo y, mucho menos, desde abajo. Por eso no comprenden, no logran visualizar el futuro de Oaxaca ni del país.
Pero, ¿qué hará el gobierno federal? Tiene pocas opciones, pues su tardanza y ligereza en el asunto han extremado las cosas y han dividido cada vez más a los grupos opositores. El tiempo se les termina y necesitan finiquitar el asunto, según su lógica, para la “toma” (veremos...) de posesión de Felipe Calderón. Lo que harán será lo peor, pues están acostumbrados a escoger las más absurdas soluciones. Podrían apoyar la dimisión de Ulises Ruiz y, posteriormente, establecer mesas de diálogo donde el imperativo sea ceder ante las demandas justas de la APPO. Eso sería una solución benéfica. Sin embargo, no lo harán: necesitan el apoyo del PRI; además, ellos piensan que si cae Ulises Ruiz sería cuestión de tiempo la dimisión de Calderón (no se han dado cuenta que éste carece de toda autoridad para buena parte de los mexicanos). Entonces, su corta visión les hará decantarse por la represión. Se imaginan ellos ya las imágenes (muy bien escogidas en la televisión) de una policía heroica “salvando” al pueblo de Oaxaca de la vida sin ley y la violación al estado de derecho: una (como ya varios “periodistas” cercanos a la derecha han dicho) operación policial “ejemplar”. Las violaciones a las garantías constitucionales y a los derechos humanos, los posibles muertos y los macanazos, los golpes y un movimiento social nuevamente reprimido, serían aplaudidos por los medios de comunicación y por el empresariado más retrógrado del país. Se dirán: “ha vuelto la normalidad a Oaxaca”.
Una represión en Oaxaca sería, según los panistas en el poder, un mensaje al movimiento de resistencia civil pacífica encabezado por Andrés Manuel López Obrador: “vean lo que les puede pasar”. Pero también la represión uniría las resistencias, las voces de rechazo y las energías de millones de mexicanos en contra de Felipe Calderón y de Vicente Fox, porque tendríamos el peor de los escenarios: un gobierno ilegítimo, represor y coludido con intereses extranjeros para la venta de los recursos energéticos del país. Es ahí donde la lucha se daría con mayor fiereza y sin concesiones: “Fuera Calderón” y sin negociación alguna. ¿Será que Oaxaca es hoy el espejo del México inmediato: dentro de seis meses o un año?
En un estado o país donde la inconformidad es amplia durante un proceso electoral, cualquier descontento posterior fácilmente puede engendrar un estallido social, simple y llanamente porque los representantes populares carecen de toda legitimidad. Eso es lo peor que le puede pasar a un gobierno y así le sucedió a Ulises Ruiz. Un problema magisterial creció tan rápido que, poco tiempo después fue rebasado por la población disconforme con el fraude. No hubo ni hay paso atrás: “o se va Ulises o se va”.
Una posible solución al conflicto hubiera podido venir del gobierno federal. Sin embargo, Vicente Fox y el PAN estaban tan sumergidos en la campaña electoral y en la guerra sucia, que no vieron con malos ojos la inestabilidad en Oaxaca, pues así le quitaban votos a Madrazo. Pasaron las elecciones, hubo fraude y para legitimar a su dizque presidente electo, buscan todo el apoyo del PRI. También les interesa tener mayoría en el congreso y, con ello, privatizar los recursos energéticos del país. Para lograrlo precisan el apoyo del otrora partido oficial.
La cúpula política del PAN y del PRI no entienden la magnitud de un movimiento social como el de Oaxaca: para ellos todo se soluciona con “negociaciones” y compra de líderes. Los tiempos y arreglos de las cúpulas dependen de la necesidad inmediata: ahora buscan apoyo para las “reformas” del Estado y para su dizque presidente electo; ésa es la tarea fundamental. A ellos no les importa si el pueblo sufre, si la situación económica de los de abajo es cada vez peor. Lo que ellos hacen es “política” desde arriba y para arriba, jamás para abajo y, mucho menos, desde abajo. Por eso no comprenden, no logran visualizar el futuro de Oaxaca ni del país.
Pero, ¿qué hará el gobierno federal? Tiene pocas opciones, pues su tardanza y ligereza en el asunto han extremado las cosas y han dividido cada vez más a los grupos opositores. El tiempo se les termina y necesitan finiquitar el asunto, según su lógica, para la “toma” (veremos...) de posesión de Felipe Calderón. Lo que harán será lo peor, pues están acostumbrados a escoger las más absurdas soluciones. Podrían apoyar la dimisión de Ulises Ruiz y, posteriormente, establecer mesas de diálogo donde el imperativo sea ceder ante las demandas justas de la APPO. Eso sería una solución benéfica. Sin embargo, no lo harán: necesitan el apoyo del PRI; además, ellos piensan que si cae Ulises Ruiz sería cuestión de tiempo la dimisión de Calderón (no se han dado cuenta que éste carece de toda autoridad para buena parte de los mexicanos). Entonces, su corta visión les hará decantarse por la represión. Se imaginan ellos ya las imágenes (muy bien escogidas en la televisión) de una policía heroica “salvando” al pueblo de Oaxaca de la vida sin ley y la violación al estado de derecho: una (como ya varios “periodistas” cercanos a la derecha han dicho) operación policial “ejemplar”. Las violaciones a las garantías constitucionales y a los derechos humanos, los posibles muertos y los macanazos, los golpes y un movimiento social nuevamente reprimido, serían aplaudidos por los medios de comunicación y por el empresariado más retrógrado del país. Se dirán: “ha vuelto la normalidad a Oaxaca”.
Una represión en Oaxaca sería, según los panistas en el poder, un mensaje al movimiento de resistencia civil pacífica encabezado por Andrés Manuel López Obrador: “vean lo que les puede pasar”. Pero también la represión uniría las resistencias, las voces de rechazo y las energías de millones de mexicanos en contra de Felipe Calderón y de Vicente Fox, porque tendríamos el peor de los escenarios: un gobierno ilegítimo, represor y coludido con intereses extranjeros para la venta de los recursos energéticos del país. Es ahí donde la lucha se daría con mayor fiereza y sin concesiones: “Fuera Calderón” y sin negociación alguna. ¿Será que Oaxaca es hoy el espejo del México inmediato: dentro de seis meses o un año?
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