domingo, octubre 29, 2006

Artículo El Occidental 29/10/2006

Tiempos de simulación

Jorge Gómez Naredo

Felipe Calderón quiere, desea, anhela, espera, pero no puede. Le dicen, zalameramente, “señor presidente electo”; en los medios de comunicación tersos y acríticos repiten hasta el hartazgo, “el presidente electo” visitó, fue, habló, declaró. Y ni así puede convencer, simple y llanamente porque no hay legitimidad, crisma, apoyo ni poder social. Cada visita es una odisea: cierren las calles, acallen a los manifestantes: correr, entrar por la puerta trasera, salir, correr, no mirar. ¿Es acaso un presidente quien se oculta de su pueblo, ese pueblo que, se supone, lo eligió? Parece que vivimos en un mundo de simulaciones: yo simulo, tú simulas, él simula, nosotros simulamos, ustedes simulan, ellos simulan. Y quien no quiere jugar: revolucionario, radical, revoltoso, renegado, inexistente. Prestos los medios de comunicación y la caterva de presentadores (como los aparecidos en Televisa y TV Azteca) estigmatizan: “ellos no aman a México”; denigran: “harán el ridículo”; mienten: “se desinflan, ya no tienen apoyo”. Simular es la regla, la ley, la institución a respetar; quien no quiera fingir, simple y llanamente está en contra de México, del país, de los mexicanos.

Filosofía de simulación: Oaxaca está bien, México va viento en popa, somos demócratas, las elecciones fueron limpias, no hay injusticia, la pobreza casi ya no existe. Vicente Fox, el gran simulador, ahora intenta entregar un poder que jamás quiso tomar. Felipe Calderón lo ase, lo acaricia, pero no el poder, no las riendas del país, sino la simulación. Cuidado, ésta también daña, corroe, hace mal, porque se simula desde donde se puede desarticular al México que un día pensamos poderoso y fuerte. Vendamos PEMEX, la CFE, Luz y Fuerza del Centro; menos seguridad social, menores salarios para “potenciar” la industria: todo privado, ¡a desaparecer el estado de bienestar! Tecnócratas llenos de energía para seguir robando, masacrando, haciendo pobres a los no tan pobres y muy pobres a los pobres. Felipe Calderón: simulación dañina.

¿Qué hace un presidente electo que no fue elegido democráticamente, sino a través de un fraude? Miremos a Felipe Calderón en sus viajes al extranjero: a través de imágenes de otros presidentes junto a él, intenta convencer a los “pueriles” ciudadanos de su legitimidad. Pero, ¡oh, cosas de la vida!, hay mexicanos renegados y obstinados. Por eso el ¡sufragio efectivo, no imposición!” sigue vivo, más que ayer y anteayer.

La política, dicen los que dicen hacerla hoy en México, es llegar a acuerdos, tratar de “mejorar” al país y desarrollar la potencialidad de los mexicanos. Pero, ¿dónde está la práctica? Pacto para que no toques a mis hijos corruptos y venales; me alío para que no quites a un gobernador de mi partido; dejo que mates, pero que no me metas a la cárcel; impulso el IVA a alimentos y medicinas, siempre y cuando no me hagas mella, no me destrones, no me dañes. Acuerdos para los que acuerdan, es decir, el maridaje constituido de facto por el PRI y el PAN. Felipe Calderón entiende eso como “hacer política”, pero ésta no se hace desde el plano social, es decir, acuerdos en beneficio de las masas, sino desde arriba, para sostener la condición de los que acuerdan sin representar a quienes los votaron. A eso se le llama simulación.

Felipe Calderón quiere, desea, anhela, espera. Pero al otro lado, frente a él, contra él, hay un pueblo harto de mentiras y de engañifas cupulares a los problemas sociales de las mayorías. ¿Qué hará Felipe Calderón? No lo sabemos a ciencia cierta, pero tenemos, con sus declaraciones recientes, algunas pistas: reprimir, reprimir y reprimir. Ahora más que nunca se precisa la organización, la manifestación y el alzamiento de la voz. Eso, ni más ni menos, representa la Convención Nacional Democrática y la toma de posesión del presidente legítimo de México: Andrés Manuel López Obrador