martes, noviembre 07, 2006

5 de noviembre: Guadalajara nuevamente en resistencia..., volvió a ser Oaxaca

El 5 de noviembre fue domingo y fue, también, día de marcha en Guadalajara: una ciudad acostumbrada a la apatía, a no salir de casa, a hacer “cosas productivas” (como lavar, alabar y rendir tributo a un automóvil), a ir a la iglesia y persignarse, etcétera, una marcha es un logro: juntar quinientas, seiscientas, mil, dos mil personas, es una verdadera hazaña, y más cuando se lucha por los “revoltosos” y “renegados”, por quienes decidieron, un día, no seguir obedeciendo a los corruptos y represores gobernantes.

La marcha salió de la plaza Juárez rumbo a la plaza de armas. Como ya es costumbre, inician unos y terminan más, muchos más; conforme avanzábamos por avenida 16 de septiembre, muchas personas se iban uniendo al contingente. Se gritaban consignas conocidas y muy pocas nuevas: “Ulises ya cayó, ya cayó, ya cayó”; “Ulises ya cayó, y sigue Calderón”; “Oaxaca, aguanta, Jalisco se levanta”, etcétera. La falta de creatividad en las protestas no opacó, para nada, la alegría de los marchantes: Jalisco tiene ganas de salir, de marchar, de manifestarse, de ello no hay duda, pero hay miedo, mucho miedo, demasiado miedo...


* Ahí van los niños renegados: da orgullo verlos


* La marcha a la altura de la biblioteca pública de Jalisco.

Existe algo que debemos tomar en cuenta: cuando las personas salen a la calle en Guadalajara, se manifiesta y protestan (derechos consagrados en la constitución), la intolerancia de la policía se deja ver; pero no solamente de ésta, sino también de algunos ciudadanos. En el cruce de la avenida Juárez y 16 de septiembre, se paró el tránsito en avenida Juárez por unos siete minutos. Dos personas bajaron de su auto enfuruñadas. Uno era un muchacho de unos 28 años, muy a la moda, con gorrito en la cabeza, tenis convers, camisa y pantalón amplios, arete en las dos orejas. Uno pensaría: “se bajará para apoyar a los manifestantes”. Pero nada, bajó y enfrentó a un policía de vialidad porque le estaban cerrando el paso y tenía que llegar a un concierto o algo así. El caso es que el tipo, muy ufano, comenzó a retar a los manifestantes con un rictus de chico malo. Es decir, no tenía, por ningún lado, una pizca de tolerancia: si en Oaxaca se mata, se secuestra, se asesina, no le importa a él, solamente su concierto y llegar rápido... Otro tipo, uno mucho más fresa y más señor, se bajó de su lujoso auto y le dijo al mismo policía: “oficial, qué pasó, abra el paso, mándelos a la chingada”. Ahí tuve ganas de intervenir, pero no me iba a pelar ni iba a caer en provocaciones: no era mi papel. La manifestación era pacífica. Pero, eso sí, pude concluir: cada jaliscienses (como los dos que comento) son asesinos en potencia, con tal de no intervenir la marcha en el paso de sus autos. No cabe duda, la intolerancia es una regla, no solamente en los gobernantes jaliscienses, sino también en sus ciudadanos. ¡Hay mucho trabajo por realizar! Hasta que se acostumbren a las marchas... Deben entender que el precio de vivir en una ciudad es ése, es decir, toparse con los que se manifiestan y luchan por ideales.

*Intimidando: observen el rostro de los policías; ellos pueden tomar fotos, filmar, golpear e intimidar, pero no les tomes fotos..., ¿será que no son fotogénicos?


* El contingente a la altura de La Paz.


* Marchando se hace historia.


* Filmando a los manifestantes e informando: una manera de intimidar.


* Ya casi llegando a la plaza de Armas: más nutrido el contingente de cuando salió.

Las televisoras locales dijeron de la marcha no cuántos habíamos sido, ni qué pedíamos, ni nada de nada, su comentario fue simplemente: “produjeron un caos vial”. La intolerancia, como vemos, va unida al auto (que es intolerante a una ciudad no planeada para ser metrópoli, y por eso se destruyen edificios para “dotarla” de vías rápidas), a la televisión, a ciertos religiosos, a los gobernantes, en fin, hay mucho por hacer.


La intimidación de los ciudadanos (que gritan o piensan: “renegados”, “güevones”, “flojos”, “revoltosos, y demás calificativos) se une a la del gobierno, la policía y los infiltrados que filman, toman fotos, apuntes, etcétera. Eso molesta y mucho, porque, ¿cómo es posible que nadie pueda manifestarse LIBREMENTE, sin estar acosado psicológica y físicamente? Tenemos mucho por hacer...


El quiosco estaba, nuevamente, tomado por los gorilas que se hacen llamar granaderos. Habrá que luchar por recuperarlo. No podemos permitir que se nos roben los espacios públicos. La marcha llegó y se apostó afuera del palacio de gobierno, y después fue al plantón para hacer algunos discursos y, pacíficamente, retirarse. Todos, de alguna manera, pensaban: “esto era imposible hace tres años”. No hay que cejar, debemos hacer de Jalisco un lugar más tolerante y más consciente política y socialmente: una tarea nada fácil, titánica: de esas que valen la pena asumir.

* El quiosco tomado, robado, secuestrado.


* Diversas pancartas.


* Pancartas por todos lados...


* Arte desde la resistencia.