domingo, octubre 15, 2006

Artículo La Jornada Jalisco 15/10/2006

El mundo de la hipocresía: elecciones en Tabasco


Jorge Gómez Naredo

¿Dónde están los defensores del “estado de derecho”, los demócratas y los soñadores de un México con una “democracia sin adjetivos” –para utilizar la frase del muy derechista y cacique cultural Enrique Krauze–? ¿Dónde las voces de alarma y las quejas por la trapacería priísta en el Estado de Tabasco? ¿Dónde se ocultaron? ¿A dónde se fueron? ¿Dónde se escondieron los académicos e intelectuales que a los cuatro vientos vociferaban: “cuidemos nuestra democracia”? ¿Por qué ninguna palabra al respecto? ¿Por qué no se indignan ni hacen rabietas en contra de la tortura y las artimañas más deleznables y corruptas para “reventar” una elección? ¿Dónde están los panistas obcecados por no violentar la ley? ¿Dónde? ¿Será que son hipócritas?

La semana pasada vivimos, supimos, nos enteramos de algo que sabíamos no había desaparecido, pero queríamos olvidar: la detención arbitraria, la tortura, las declaraciones a punta de pistola y tolete, en fin, las viejas tácticas priístas (aprendidas rápidamente por el PAN) para ganar una elección. Manuel Andrade, el gobernador de Tabasco, con el consentimiento y el aval del PAN estatal y del gobierno federal (además, claro está, de esa institución dizque impoluta llamada IFE), ha convertido a Tabasco en otro foco rojo de la geografía mexicana. Corrupción, arbitrariedad, abuso y falsedad son algunas palabras que describen el ambiente tabasqueño preelectoral. El gobierno de Tabasco, grotescamente, detuvo ilegalmente a varios perredistas, los torturó y videograbó sus declaraciones disparatadas: los rostros desaliñados y golpeados de los retenidos medio balbuceaban que habían llegado a Tabasco para “reventar la elección”, quemar urnas y provocar un infierno. La estrategia es clara: crear un ambiente de linchamiento en contra de Raúl Ojeda (abanderado de la coalición Por el Bien de Todos), el PRD, los “chilangos” y todo lo que huela a lopezobradorismo. Es una estratagema conocida: Francisco Ramírez Acuña, en mayo de 2004, también la utilizó para, en el marco de la Cumbre de países de América Latina, la Unión Europea y el Caribe, torturar a jóvenes jaliscienses, argumentando que los capitalinos eran los culpables de las manifestaciones en contra del neoliberalismo. Pero, ¿dónde están los defensores del estado de derecho?, ¿dónde los panistas que luchan por un México moderno, sin tortura y en plena democracia?, ¿dónde los que votaron en contra de Cuba por la violación a los derechos humanos?

El motivo de la violencia inusitada, la guerra sucia y la violación a las garantías constitucionales no es simplemente para ganar las elecciones estatales. Va más allá: lo que realmente quieren (la derecha con su nuevo compinche, el PRI) es dar un fuerte golpe al movimiento pacífico y ciudadano encabezado por Andrés Manuel López Obrador. Si debido a la elección de estado y las múltiples mapacherías, Raúl Ojeda pierde las elecciones, los medios de comunicación vendidos (la mayoría), propagarán la idea de un movimiento de resistencia civil pacífica en decadencia; el PAN y el PRI, Vicente Fox, Manuel Espino, Felipe Calderón y demás especímenes de la política, apuestan a la ingenuidad del pueblo mexicano. Pero se equivocan. Ni el PAN ni el PRI ni Felipe Calderón entienden (su corta visión se los impide) que la lucha continúa y entre más humillaciones realicen, mayor será el coraje y la respuesta de los indignados. Están llevando al país, sin el menor rastro de responsabilidad, a un hervidero político y social. Siguen pendientes y en la memoria Pasta de Conchos, Lázaro Cárdenas, San Salvador Atenco, las elecciones fraudulentas del 2 de julio y, a la consigna irrenunciable de los oaxaqueños “fuera Ulises Ruiz”, se suma ahora Tabasco. ¿Qué harán el PRI y el PAN cuando, si sus cálculos no fallan, ganen a través de una elección de estado la gubernatura de Tabasco y cualquier conflicto posterior se transforme –por el mismo inventario de injurias y humillaciones– en un movimiento social difícil de solucionar?

No cabe duda, el PAN y el PRI no entienden que no es suficiente tener a los medios de comunicación electrónicos (léase Televisa y TV Azteca) para poder gobernar. Lo esencial es el consenso, la legalidad y la verdadera legitimidad. Si el PRI tabasqueño (que se parece al de los años setenta), con el apoyo del PAN, los empresarios venales y los medios de comunicación aviesos, logran derrotar la voluntad popular, no será un golpe mortal a la resistencia civil pacífica ni una rémora al movimiento encabezado por López Obrador; muy al contrario, si se pierde en mala lid, habrá más convencimiento y conciencia: no podemos seguir viviendo en un país de hipocresías, donde los poderosos decidan quién puede gobernar y quién no. Si el PRI (siempre apoyado por el PAN) gana Tabasco, tendremos una nueva lucha, un nuevo gobernador espurio a expulsar, una nueva causa para cambiar a este país que cada día se descompone más. Y cuando eso suceda, ¿dónde estarán las palabras de los defensores del estado de derecho?