Artículo La Jornada Jalisco 08/10/2006
Hay de soluciones a soluciones
Jorge Gómez Naredo
¿Cómo conceptúan la palabra “solución” los poderosos y los grupos marginados? ¿Acaso la frase: “resolver el conflicto en Oaxaca”, tiene el mismo sentido para los empresarios que para los oaxaqueños de a pie? No nos engañemos, los tiempos y las percepciones del mundo son distintos y, por ende, la carga simbólica que se le da a la palabra “solución” difiere en demasía dependiendo del grupo social y económico y de la historia particular de cada individuo. Hace poco, hablé con un joven empresario, y sus palabras, a grandes rasgos, fueron las siguientes.
“Pues mira güey, la cosa en Oaxaca ya es insostenible. ¿Cuánto dinero se pierde al día por esos pinches indios que no quieren respetar el estado de derecho? Eso no es mejorar, eso es no querer al país, eso es no ir por el camino correcto. Yo pienso que se les debe dar su merecido. Echarles al ejército o a la policía para que todos los revoltosos aprendan. Unos cuantos muertitos no serían mala idea. Que la gente aprenda; porque si nos dejamos, si permitimos que cualquier hijo de vecino ande tomando las calles, pues viviríamos en el caos, en la anarquía. Lo que se necesita es orden y respetar el estado de derecho. Tú me dices que hay pobreza, que hay desigualdad e injusticia, pero eso no lo provocamos nosotros, la gente bien. Eso lo provocaron esos güevones que no trabajan. Yo he estado en Oaxaca y te puedo decir que son holgazanes. El Estado es pobre porque ellos no quieren superarse. ¿Por qué Oaxaca no es como Nuevo León? Porque allá, en el norte, sabemos chambear y respetar las reglas, las normas, el estado de derecho, pues. Entonces, la solución en Oaxaca es unos cuantos trancazos y ya, así nos quitamos de esos güevones y les enseñamos que aquí, en México, ya basta de violentar el estado de derecho. Esa es la solución”.
En la ciudad de México, algunos de los seguidores de López Obrador ven en el movimiento social en Oaxaca una enseñanza, porque allá han dicho no a la imposición y a la ilegitimidad. Hablé con uno de esos millones de seguidores (que además es oaxaqueño) de AMLO; palabras más, palabras menos, me comentó:
“Mire joven, nosotros ya nos cansamos de ser siempre los humillados. Unos van y otros vienen, pero siempre allá, arriba, son los mismos: nos dicen, ‘respeten el estado de derecho’, y lo hacemos, pero eternamente nos va mal. Ellos nos matan, nos roban, nos quitan nuestras tierras (a los pocos que tenemos) y nuestros bienes (que no son muchos). Y cuando eso pasa, vamos y queremos que se respete el estado de derecho, pero nada, siempre beneficia al poderoso y perjudica al débil. Y ya nos cansamos de ser débiles. Eso nos lo han metido desde hace muchos siglos, usted lo sabe, pues estudió historia, ¿no? Ahora bien, nosotros queremos solucionar el conflicto, y eso lo haremos cuando Ulises Ruiz se vaya; no lo queremos, pues ha matado a muchos de nuestros compañeros y nunca ha sido castigado. Ahora -no se necesita ser sabio para entenderlo- el PAN está apoyando a Ulises porque quiere darle en la madre a mi presidente legítimo, el peje; y por eso andan de arriba para abajo, que dizque quieren solucionar el conflicto pero siempre y cuando queden las cosas como estaban: algunas migajas a los maestros y otras a nosotros, pero no arreglar los problemas de fondo. Míreme a los ojos y dígame, ¿usted cree que solucionar el conflicto es tan fácil? Pos’claro que no. ¿Cómo resolvemos las injusticias de que hemos sido objeto? ¿Cómo la muerte de nuestros compañeros? ¿Cómo la humillación y el racismo? Eso no se da así nomás. Por eso, para terminar el plantón, necesitamos que salgan los que no nos quieren, los que le hacen tanto daño a Oaxaca y esos están representados hoy por un hombre: Ulises Ruiz. Y después sí, platicamos y vemos las posibles soluciones, ¿o no joven?”
Solucionar para los que siempre han vivido bien y creen que el país son ellos y nadie más, es reprimir y borrar de un jalón los conflictos sociales. Su corta visión les impide observar más allá, entender las protestas y las maneras de actuar de la gente siempre abajo. En cambio, los que ahora están luchando por exigir sus derechos, aunque no tengan las grandes empresas ni posean pingües capitales, están conscientes que los problemas del país no son simples, y que toda solución comenzará por la equidad y la justicia, pero no la justicia de los magistrados venales, sino por aquélla que les han escamoteado durante siglos. Por eso, no cabe duda, hay de soluciones a soluciones, y no nos queda otra opción que decantarnos por las que buscan un México más igualitario, donde la represión sea un recuerdo lejano y la humillación una palabra desconocida.
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