domingo, mayo 13, 2007

Artículo L Joranda Jalisco 13/05/2007

¿Gran Alianza ciudadana por el bien de Jalisco?

Jorge Gómez Naredo

Mientras en el país, Felipe Calderón y Francisco Ramírez Acuña han dado sobradas muestras de ineptitud para controlar la delincuencia organizada, detener la batalla campal entre cárteles de la droga, idear un plan maestro para aminorar los altos índices de desempleo y para otorgar salarios dignos a los mexicanos, en el estado de Jalisco, Emilio González Márquez planea una sospechosa alianza entre todos los jaliscienses.

Según la página electrónica de la “Gran Alianza por Jalisco”, el objetivo principal del acuerdo es “recuperar y estimular la capacidad que tenemos los jaliscienses para ponernos de acuerdo en lo que necesita Jalisco a mediano y largo plazo, sin que nadie sea excluido del acuerdo”. El ejecutivo local ha gastado una buena cantidad de dinero en “comunicar” al pueblo sus intenciones: las pantallas de televisión y los espacios radiofónicos están llenos de espots que tratan de convencer a los ciudadanos de las “bondades” del citado acuerdo estatal.

Pese a este despliegue mediático, los principios y la formulación de la Gran Alianza deja mucho qué desear. Es decir, no se sabe a ciencia cierta si se realiza por el bien de Jalisco o si es solamente un escaparate para que González Márquez pueda, desde ahora, colocarse en una buena posición que le permita, en un futuro, acceder a puestos de más alto rango y poder contender por la candidatura panista a la presidencia de la República.

En muchos aspectos resultan contradictorios los argumentos planteados por el ejecutivo local para consolidar la “Gran Alianza”. Por ejemplo, se aduce que uno de los objetivos principales es “constituirse en el mecanismo idóneo que sostenga y acreciente la confianza y credibilidad de la ciudadanía en nuestras instituciones”. Es decir, ¿el acuerdo será una especie de legitimación de un régimen?, ¿tratará de recuperar la confianza que muchos ciudadanos han perdido en las instituciones por los fraudes electorales, los arreglos cupulares y el desprecio hacia el pueblo? Se supone que una alianza es el esfuerzo conjunto de varios individuos y/o instituciones para un objetivo común, pero, ¿quién o quiénes tendrán más peso en la alianza?, ¿estará, como hasta ahora ha sido la dinámica de los gobierno panistas, dominada por los intereses de unos cuantos?, ¿tendrá más voz el empresariado que los ciudadanos? Preguntas, preguntas y más preguntas.

El problema más grande de la “Gran Alianza” es, sin duda, su falta de relación con las necesidades de los ciudadanos, con el sentir del pueblo, con las carencias de millones de jaliscienses. Los “grandes” acuerdos, generalmente (y más en un gobierno de derecha) se realizan entre los “iguales”, es decir, entre los mismos de siempre, los potentados, quienes, según el pensar de la mayoría de los panistas, pueden sacar adelante a México. Ejemplos hay muchos de esta visión mesiánica-empresarial: Raúl Alejandro Padilla Orozco, el inefable diputado federal blanquiazul que denostó la educación pública y a la mismísima UNAM, no se cansa de repetir que “México tiene prisa” y que gente como él, “persona reconocida por ser un hombre de trabajo” (según él mismo argumenta), será la encargada de sacar a México del atolladero, es decir, el empresariado “salva” al país.

Esos son los problemas de la “Gran Alianza” planteada por González Márquez: estará conformada por las élites y éstas, desgraciadamente, no piensan ni viven ni sienten como pueblo; no se identifican con él ni conocen su problemática. Además, ¿una alianza ciudadana sin ciudadanos?

El mejoramiento de las condiciones sociales y económicas de la población jalisciense no se logrará con una pacto que quedará, como siempre, a nivel institucional, con mesas de debate donde los de arriba desconocerán y desdeñarán las expectativas de los de de abajo. Eso no es una “Gran Alianza”, sino un acuerdo entre quienes tienen el poder. Si en verdad se quisiera mejorar al Estado y a su población, se trataría de concientizar a los ciudadanos, mostrarles sus derechos y quitarles ese acendrado miedo que se tiene a alzar la voz, a manifestarse y a marchar; se buscaría que la sociedad se organizara para combatir toda injusticia. Pero esta cuestión no le interesa a González Márquez, pues minaría su propio poder al tener un pueblo crítico que le exigiera y le reclamara.

La apuesta por la “Gran Alianza” es, sin duda, una estrategia para colocar al actual gobernador de Jalisco en posibilidades de contender por la candidatura panista para las elecciones presidenciales de 2012. Ello lo colocaría en una lucha con Francisco Ramírez Acuña (que también, desde ya, está buscando la deseada candidatura), lo cual explica el rechazo de ciertos grupos panistas identificados con el ahora Secretario de Gobernación hacia el pacto gonzalista. Es decir, todo se realiza pensando en los intereses particulares y los grupales, mientras el pueblo, el pueblo jalisciense, es ignorado con un exasperante desdén.