martes, febrero 05, 2008

Artículo La Jornada Jalisco, 03/02/2008

El primer informe

Jorge Gómez Naredo

El primer informe de gobierno de Emilio González Márquez: adentro del palacio legislativo estatal, sonrisas, cifras positivas, frases triunfadoras, algunas críticas superficiales y demagogia. Afuera: manifestantes que exigían ver al gobernador para plantearle sus críticas, pero que no pudieron por las vallas y los cientos de policías. Dos caras de la moneda, dos visiones de mundo, dos maneras de comprender la situación actual de Jalisco. Adentro: diputados vestidos de traje, líderes políticos vestidos de traje, empresarios vestidos de traje y varios invitados más vestidos, también, de traje; afuera: gente inconforme, demandas y acusaciones al por mayor.

Para el gobernador Jalisco va bien, muy bien, requetebién. Hay empleo, aunque lo salarios no sean buenos. ¡Pero esas son nimiedades! Los jóvenes estudian gustosos porque hay becas para el transporte público. Es más, se ha invertido demasiado en ciencia y tecnología. Los ancianos (que en la propaganda del ejecutivo son nombrados “nuestros viejitos”) día a día se enriquecen con el copioso dinero que les da el gobierno. Y qué decir de lo mucho que se ha hecho en infraestructura carretera, en hospitales y clínicas populares. Jalisco va bien, muy bien, requetebién, y claro, con el PAN irá todavía mejor. La única pregunta que surge es, ¿dónde está ese Jalisco que nos describe tan nítidamente el gobernador?

González Márquez se parece a Felipe Calderón: a ambos les gusta luchar contra la corriente y se sienten bien ante las grandes adversidades. Por eso, quizá, dijo en su primer informe de gobierno: “Las desigualdades en Jalisco llegan a niveles ofensivos, por lo que los programas encaminados a romper el ciclo de la pobreza y reducir la marginación, deben fortalecerse a la par que se generen mejores oportunidades para los que menos tienen”. Sí, en un mar de desigualdad, injusticias y pobreza, el tercer gobernador panista de Jalisco fortalecerá las oportunidades y todo saldrá bien, ya que, “el 2008 será el año de la infraestructura y del combate a la pobreza”. Sin duda, una de las primeras acciones de 2008 para erradicar la pobreza fue el otorgamiento de más de diez millones de pesos que el gobierno del Estado regaló a Televisa para la telenovela Las tontas no van al cielo.

La culminación del informe de gobierno de González Márquez no pudo ser mejor: “Ratifico que asumimos esta función [la de gobernador] no por glorias humanas ni para abusar del poder. No hemos olvidado ni en los objetivos ni en los hechos que el dinero del pueblo es sagrado y que sólo puede utilizarse para el bien común y el desarrollo del Estado”. Sí, el dinero del pueblo es sagrado y solamente se usará para el bien común y el desarrollo de la entidad, es decir, para promocionar la imagen de González Márquez y que, en un futuro, Jalisco (bien desarrollado y con dinero muy sagrado) pueda vanagloriarse de tener a uno de los suyos en la silla presidencial.

En el informe no faltó lo chusco. Los diputados federales de Acción Nacional, encabezados por Raúl Alejandro Padilla Orozco, salieron del recinto legislativo y no escucharon el informe de González Márquez porque se les mandó a “gayola”, es decir, a la parte de arriba del inmueble. ¿Cómo ellos, tan entregados al trabajo por el bien de Jalisco, podían ocupar un lugar tan innoble? Las palabras de Padilla Orozco son elocuentes: “Ese lugar que nos asignaron no es digno para los diputados federales, cuando todos y cada uno de nosotros hemos hecho un trabajo muy importante y vale la pena que respetemos el recinto y que respeten lo que nosotros representamos”. Ellos, “los héroes de la película”, no pueden, por ningún motivo, estar en un lugar indigno. Al contrario, la gente debería agradecerles el servicio que están prestando al Estado: cada uno de los jaliscienses precisa exigir que, para el próximo informe, a estos ínclitos personajes (los diputados federales panistas), se les coloque en lugares de honor, con ceremonias a su llegada y con numerosos reconocimientos: hacen un trabajo “muy importante”.

El discurso de González Márquez se caracterizó por palabras vacías y lugares comunes. Faltó la verdadera autocrítica: ¿qué se hizo con los excedentes del petróleo?, ¿por qué se mantuvo en la Procuraduría del Estado a una persona que está acusada de pederastia?, ¿por qué se le regaló al duopolio televisivo más de cien millones de pesos?, ¿por qué el constante desdén hacia las propuestas ciudadanas?, ¿por qué no se ha mejorado la movilidad urbana?, ¿qué se ha hecho para combatir realmente la pobreza?, ¿qué proyecto se tiene para el desarrollo de la entidad? Frases como “nos enorgullece que en Jalisco damos pasos hacia un progreso armonioso entre el adelanto material, tecnológico, cultural e intelectual” son ofensivas para quien habita y conoce la realidad del estado.

El gobernador quiere más informes: no solamente uno, sino cuatro. Cuatro pavoneos, cuatro discursos llenos de lugares comunes y de palabras que, queriendo decir mucho, dicen nada. Quiere cuatro escenarios y, claro, cuatro momentos llenos de reflectores para, así, promocionar más su imagen y obtener en un futuro la candidatura panista a la presidencia de la República. ¡Esto sí que es gobernar!