jueves, noviembre 01, 2007

Artículo La Jornada Jalisco, 28/10/2007

Reacciones ciudadanas: ¿hacia un movimiento social en Jalisco?

Jorge Gómez Naredo

Resulta extraño que ahora, después de tanto letargo ciudadano, de tanta apatía y tanta aprobación silenciosa a las erráticas gestiones panistas en el Estado, muchos ciudadanos hayan comenzado a organizarse por diversos motivos y desde distintas perspectivas. Son manifestaciones espontáneas que pueden o no tener un futuro dentro de las movilizaciones sociales: todo depende de si logran o no consolidar su organización, ampliar sus miras y sensibilizarse ante otros motivos de enojo, ante muchos otros actos de injusticias que suceden en Jalisco.

El reemplacamiento promovido por Emilio González Márquez ha sido lo que mayor enojo ha causado y ha movilizado a varios grupos sociales y a muchos ciudadanos que simple y llanamente no estaban acostumbrados a protestar ni a salir a las calles para reivindicar una causa. Resulta extraña esta reacción, no porque el reemplacamiento no amerite un repudio contundente, sino porque antes no se había reaccionado de la misma manera. Por ejemplo, cuando se aprobó el gasolinazo (medida promovida por Felipe Calderón), no se evidenció rechazo alguno en Jalisco. ¿Por qué el placazo ha convocado a tanta gente dispuesta manifestarse? ¿Qué hace de este repudio generalizado una esperanza en cuanto a la unificación de la sociedad para protestar y forjar, en un futuro próximo, un movimiento social que cuestione al gobierno en cada acción que éste lleve a cabo?

No cabe duda que el placazo afecta directamente a los automovilistas en sus bolsillos: tendrán que pagar en efectivo y sin descuentos mil doscientos pesos. Pero esto no es suficiente para explicar la reacción ciudadana, ¿qué más hay? El placazo es una medida inmediata y que se cobrará por una instancia identificada como “gobierno”. El gasolinazo, en cambio, produce inflación, pero no hay una instancia de gubernamental que diga: “son mil doscientos pesos”: es un aumento que existe pero que no tiene una cara conocida (a no ser los diputados que lo aprobaron y quien se dice presidente de México pero que carece de toda legitimidad). En el caso del placazo existe la imagen de una autoridad que cobrará, que recibirá en la mano el dinero de los ciudadanos. Y esas manos se identifican con las de Emilio González Márquez, Juan Sánchez Aldana, Jorge Vizcarra, José Manuel Verdín, Alfonso Petersen Farah y un largo etcétera, es decir, representan la insensibilidad, la corrupción y la ineficacia de los gobiernos panistas. Ahí radica el golpe y la reacción.

No se puede entender la lucha contra el reemplacamiento ni la reacción de la ciudadanía ante esta medida que afecta no a todos, sino a una parte de la sociedad, si olvidamos la desintegración, la corrupción y la falta de sensibilidad de la élite política. Pero no solamente es el placazo. En estas últimas semanas hemos vivido reacciones sociales que no se habían dado con tanta insistencia: los vecinos del parque Morelos que no se cansan de pedir que no se haga la villa Panamericana en sus hogares; los peatones que han mostrado una férrea defensa del derecho a caminar sin peligro, a un plan de movilidad urbana inteligente; los trabajadores de Zapopan a quienes se les niega un aumento salarial mientras los de arriba se incrementan sus estipendios de manera insultante.

La inconformidad de la sociedad es mucha y se ha concentrado en el rechazo al placazo, una medida por demás injusta. Pero, ¿qué futuro tiene esta reacción ciudadana? No cabe duda que el repudio al reemplacamiento ha mostrado solidaridad y organización. Las estrategias que se han seguido han sido creativas y han estado apoyadas en una vinculación a través de nuevas tecnologías, en especial el Internet. Eso es halagüeño: hacía mucha falta en Jalisco organización y activismo ciudadanos,

Pero los rechazos al placazo, al viaducto López Mateos, a la villa Panamericana en el parque Morelos y a otras muchas injusticias se precisan unir y los objetivos en cada inconformidad se deben ampliar; se necesita una organización constante, extendida, plural y una mayor sensibilización ante todo lo malo que sucede en Jalisco. Se va perdiendo el miedo a alzar la voz, al “qué dirán”. Eso es bueno, pero un movimiento social precisa ensanchar sus miras, organización y mayor tesón para que sus propuestas, sus rechazos y sus opiniones sean escuchados: ¡la unión hace la fuerza! ¿Qué será de las inconformidades y de las reacciones ciudadanas que ahora se están dando? No lo sabemos, pero colorean un futuro más activo y más democrático, y debemos recordar que la democracia es eso, la participación de la sociedad no un día cada tres años, sino cada jornada: la lucha por la democracia no se acaba en la alternancia, siempre se necesita luchar por progresos y combatir arduamente los retrocesos. Ojalá que en Jalisco, día a día, existan más inconformidades (hay muchos motivos para tenerlas) y que las reacciones ciudadanas que ahora se están dando, pronto fructifiquen en un gran movimiento social que haga temblar, en sus palacios, a los muy ricos y a los lacayos de éstos, es decir, a los gobernantes de derechas.