jueves, mayo 31, 2007

Artículo El Occidental, 28/05/2007

El Congreso Ciudadano, una esperanza

Jorge Gómez Naredo

En México, la democracia se observa y ejerce como un simple sufragio, es decir, los mexicanos tienen la responsabilidad y el derecho de conocer los candidatos a los puestos de representación popular, ir el día de las elecciones a emitir un voto y, durante tres o seis años, observar y nada más observar cómo los ganadores en las urnas realizan su trabajo, sea bueno o malo. Los “representantes populares” no han buscado la participación de los ciudadanos en las tareas de gobierno; el referéndum y las consultas ciudadanas son palabras desconocidas para la mayoría de los mexicanos simple y llanamente porque, en los altos cargos de gobierno, no se plantean como opciones viables: mientras se pueda pactar arriba, en lo oscurito y de espaldas a los electores, ¿para qué consultar?

Muchas veces resulta indignante escuchar, saber, ver cómo diputados, alcaldes, senadores, gobernadores y presidentes actúan a favor de ciertos intereses económicos y políticos y en contra de los populares, del pueblo, de los ciudadanos. Esto es un grave problema, pues mina el significado de la democracia: la participación popular.

En días pasados, en la ciudad de Guadalajara, un grupo de personas preocupadas por esta crisis en el sistema democrático, después de varias reuniones y de la estructuración de un proyecto sólido y reflexivo, anunciaron a los medios de comunicación la creación del Congreso Ciudadano de Jalisco. Para muchos resultará extraña la aparición de un Congreso Ciudadano, sin embargo, este esfuerzo es una válvula de escape ante la falta de representación ciudadana en la mayoría de los puestos de elección popular.

El Congreso de Jalisco, integrado por cuarenta diputados que reciben sueldos mensuales de más de ochenta mil pesos, carece de contacto con sus representados. En los pasillos del recinto legislativo se habla de proyectos en beneficio de la ciudadanía, pero la mayoría de las veces se actúa con la vista puesta en prebendas partidistas y grupales, dejando de lado los verdaderos intereses de la ciudadanía y de los grupos más vulnerables de la sociedad.

Por su parte, el Congreso Ciudadano de Jalisco busca ser un vehículo que encauce los intereses ciudadanos, un espacio donde cualquier jalisciense pueda expresar su voz. Pretende ser un vínculo entre los votantes y los representantes, entre quienes están arriba y quienes están abajo. Una tarea difícil sin duda, pues quienes ahora están en el poder han perdido toda relación con las bases, con quienes los llevaron a los puestos que ocupan.

El Congreso Ciudadano, formado por personas con experiencia en distintos ámbitos académicos, culturales e intelectuales, además de ser ese vehículo de expresión, también pretende ser un dique ante los excesos de quienes se dicen representantes populares. Si observamos el desempeño de la anterior Legislatura (la LVII), veremos que tuvo una productividad ínfima y excesivo gasto: un presupuesto, en sus tres años de vida, de alrededor de 1000 millones de pesos para poder concretar la aprobación de sólo treces leyes: ¡un verdadero atraco!

Mientras no exista conciencia ciudadana, legisladores y gobernantes continuarán cometiendo excesos sin castigo ni escarnio público. Por ello, la creación del Congreso Ciudadano de Jalisco es una buena noticia, una esperanza para que, con distintas estrategias, se pueda presionar a los diputados y a toda autoridad. Y no solamente eso, la nueva organización, formada por 29 diputados, 27 colaboradores y 39 asesores, todos laborando sin sueldo alguno, harán propuestas (ya iniciaron con una que busca alternativas a la nociva presa de Arcediano) que se presentarán a los diputados locales y al ejecutivo estatal para su discusión y aprobación. Es decir, el Congreso Ciudadano fungirá como una voz de la ciudadanía, como un verdadero canal para que los jaliscienses puedan escucharse en esos recintos que, se supone, son suyos. Sin duda, un esfuerzo que debe y precisa ser apoyado por la mayoría de la sociedad.